24 de enero de 2012

Por la vida sin ferodos



Ruta: La Serrezuela
Distancia: 40 kms.
Fecha: 22 de Enero de 2012
>Ver ruta online
>Descarga del track


Crónica de la ruta
Masiva afluencia de tréboles. En la corta vida de nuestra peña ha sido la más numerosa y con diferencia y es que cuando sale el sol, los tréboles lucen en su máximo esplendor. Hemos pasado de cuatro que completaron la "ruta de los machotes" a treinta o más en el día de hoy. La verdad es que cuando llegué estaban la mayoría, pero poco a poco llegaron a completar el grupo una ingente cantidad de ciclistas, ilusionados por compartir kilómetros con un grupo tan exuberante.


La expectación era enorme y el día acompañaba, en mi caso y para completar mis eternos olvidos, me había dejado el líquido elemento en casa. Después de la foto de tan nutrido grupo, pasé por casa para recoger el bidón y enfilar los caminos hacia La Haba. Desde el comienzo el freno delantero chirriaba como rueda de afilador y es que el ferodo del freno se había desgastado en la jornada anterior, algo que también le ocurrió al Sr. de los Anillos y había capado a su freno antes de salir, yo me resistí a que me lo capara, pero al final me plegué a las exigencias del mejor capador de frenos y así desterraba a ese sonido que durante la ruta me acompañó.




El ferodo, ese gran desconocido: material formado con fibra de amianto e hilos metálicos, que se utiliza sobre todo para recubrir las zapatas de los frenos de los automóviles y en este caso de las bicicletas. Lo que se aprende en el campo, pa que luego digan. El Gurú y El Sr. de los Anillos iban por la vida con desenfreno, unos descerebraos, poniendo en peligro su vida y la de sus propios compañeros, ¡hay que joerse!


 Llegamos al puente de la Pared donde se produce un nuevo reagrupamiento y de nuevo volvemos a la terapia grupal, comentando asuntos de todos los colores: vamos a tener que contratar a la viejal visillo para que se entere de todas las comidillas.






Avanzamos por el tramo más exigente subiendo casi todo el tiempo y con esas peazo de grietas que hay por estos caminos. En el campo hay más gente que en la calle de los baldosines: ciclistas, moteros, senderistas, pastores, quads, más ciclistas... En el sentido que hacemos la ruta hacía muchiiiiiiiiisimo tiempo que no la hacíamos, con lo cual parecía nueva.



Llegamos al cruce de las cagalutas, nombre poético que los tréboles han adoptado a este paso canadiense y que sirve para tomar sentido de varias rutas. En la cuesta de enfrente algunos habían comenzado a subirlas: eran los cabestros -sin ánimo de ofender- que meten tralla y de la buena, algo que pasará factura a más de uno que se incorporó. No debéis olvidar que no venimos a competir y hoy el grupo necesitaba de la paciencia de aquellos que váis como motos. Desfogaos a lo largo de la semana y disfrutad del paisaje y de la compañía el domingo. Hoy habéis sido pacientes en todas las esperas y me consta por el agradecimiento de aquellos que iban justos.



Discurre la ruta por las vereas empedrás tan técnicas e inseguras que hacen del tramo una lotería el ir sin freno. De nuevo reagrupamiento bajo un chaparro y vemos pasar a doscientas motos, aprovecho para el auxilio del Presi y comentamos el último clásico y el deo que guía a los merengues. Llenas las barrigas y al toque del claxon-perrito-rosa salimos en desbandada hacia la cerca del camino de La Serrezuela. Allí nuevo reagrupamiento del trébol, nutrido y disciplinado.






Pasada la Serrezuela y parada hacia Doña Blanca, pues ha habido distancias entre los miembros (hoy no hay ninguna miembra). En la espera se cae nuestro trébol Carlos, un punto para el apartado de caídas, solo sin poderse desenganchar del pedal. Aprovecho el incidente y ungiéndole con los santos óleos y el agua bendita le bautizo con el nombre de Yomecaigosolo, nombre con el que será conocido a partir de hoy y después de haber recibido su aquiescencia.




Los caminos de Doña Blanca se hacen áridos para algunos tréboles y eso hace que se marquen distancias. Juntitos de nuevo por el camino de Las Cruces en dirección Don Benito, atravesamos Calabazonia y tomamos foto para el rincón de ¡Vaya mojón!, es la "piedra pinchá de un palo"Camino de Villanueva a buen ritmo, cruzamos el arroyo del Campo, que hoy trae poca agua, pero como el domingo pasao ya nos remojamos hoy lo hemos cruzao como marichocho.





Último empujón hasta llegar a Muebles Ávila y de ahí a tomar unas birritas, que hoy han sido más que de costumbre. Entre el sol y la variedad gastronómica, unido a la hora prudencial que hemos acabao y al masivo grupo cervecero que hemos dao la puyá al día, se ha prolongao el ritual.




En fin, como buenos tréboles nos hemos despedío. Hasta la próxima correliebres. Y no olvidéis rezar que pal próximo domingo hacemos la ruta de las ermitas... y que Dios nos coja confesaos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario