Fecha: 11/Julio/2.010
Distancia: 53 kms.
Distancia: 53 kms.
Crónica de la ruta
A las 9:30 salimos los dos Josés del Trébol en dirección a Magacela, pero no por el camino habitual, sino por el camino de la Haba, para así evitar las obras de canalización que se están realizando en el camino de Magacela. A la mitad del camino de la Haba, hay unas nuevas pistas recién hechas que nos condujeron hasta el camino de Magacela, evitando así las obras. En ésta ocasión no paramos en el pilar, como solemos hacer siempre que llegamos a Magacela, decidimos seguir sin parar, hasta llegar a las ruinas de la casa protohistórica de La Mata (creo se dice así);al llegar saludamos a nuestra amiga Loli, que se encuentra leyendo un libro con la compañía de una emisora de radio. Hace calor, mucha calor, la corta, pero empinada cuesta al llegar a la casa, me hace permanecer en silencio hasta recuperar el aliento; recuperado, saludo a nuestra amiga con la cual charlamos, mientras Jose Carlos decide cambiar de posición el anclaje de las zapatillas en los pedales, dice que le dan calambres.
Reiniciamos la calurosa ruta pasando por la campanaria charca del "Paerón". Al pasar por debajo del tendido eléctrico de las altas torres, nos paramos porque un extraño ruido me llama la atención, el sordo de mi compañero dice que no escucha nada, le hago retroceder para colocarse justo debajo de los cables, y es, en ese momento, cuando escucha un chisporroteo causado por la electricidad y la calor.
Llegamos al polígono de Campanario, cruzamos la carretera para coger un nuevo camino que nos lleva a la charca de La Coronada. ( los Tréboles siempre van por caminos polvorientos o embarrados, porque tienen alérgia al asfalto ). Jose Carlos se vé obligado a pedir agua en una tienda de golosinas, su bidón está vacio.
Continuamos pedaleando, que es lo nuestro, en dirección al olivar de La Coronada, lo atravesamos, para después adentrarnos en la seca Serena de rastrojeras soleadas, nuestras únicas compañeras son las cigueñas, que no sé que coño pintan ahí con la calor que hace, ( eso mismo pensarían ellas de nosotros dos ). Llegamos al canal, justo enfrente se divisa la localidad de Entrerrios, pedaleamos a lo largo de su tedioso recorrido y lo abandonámos a la altura del camino de Esparragosa, para llegar una vez más a casa, sin sufrir caidas ni pinchazos.
P.D. Aprovecho para pedir disculpas a mis compañeros por el retraso de la crónica , la preparación del trimestre del IVA, y las fiestas de Santiago han sido las causas de mi demora. Un saludo a todos los aficionados a la bicicleta de montaña.
A las 9:30 salimos los dos Josés del Trébol en dirección a Magacela, pero no por el camino habitual, sino por el camino de la Haba, para así evitar las obras de canalización que se están realizando en el camino de Magacela. A la mitad del camino de la Haba, hay unas nuevas pistas recién hechas que nos condujeron hasta el camino de Magacela, evitando así las obras. En ésta ocasión no paramos en el pilar, como solemos hacer siempre que llegamos a Magacela, decidimos seguir sin parar, hasta llegar a las ruinas de la casa protohistórica de La Mata (creo se dice así);al llegar saludamos a nuestra amiga Loli, que se encuentra leyendo un libro con la compañía de una emisora de radio. Hace calor, mucha calor, la corta, pero empinada cuesta al llegar a la casa, me hace permanecer en silencio hasta recuperar el aliento; recuperado, saludo a nuestra amiga con la cual charlamos, mientras Jose Carlos decide cambiar de posición el anclaje de las zapatillas en los pedales, dice que le dan calambres.
Reiniciamos la calurosa ruta pasando por la campanaria charca del "Paerón". Al pasar por debajo del tendido eléctrico de las altas torres, nos paramos porque un extraño ruido me llama la atención, el sordo de mi compañero dice que no escucha nada, le hago retroceder para colocarse justo debajo de los cables, y es, en ese momento, cuando escucha un chisporroteo causado por la electricidad y la calor.
Llegamos al polígono de Campanario, cruzamos la carretera para coger un nuevo camino que nos lleva a la charca de La Coronada. ( los Tréboles siempre van por caminos polvorientos o embarrados, porque tienen alérgia al asfalto ). Jose Carlos se vé obligado a pedir agua en una tienda de golosinas, su bidón está vacio.
Continuamos pedaleando, que es lo nuestro, en dirección al olivar de La Coronada, lo atravesamos, para después adentrarnos en la seca Serena de rastrojeras soleadas, nuestras únicas compañeras son las cigueñas, que no sé que coño pintan ahí con la calor que hace, ( eso mismo pensarían ellas de nosotros dos ). Llegamos al canal, justo enfrente se divisa la localidad de Entrerrios, pedaleamos a lo largo de su tedioso recorrido y lo abandonámos a la altura del camino de Esparragosa, para llegar una vez más a casa, sin sufrir caidas ni pinchazos.
P.D. Aprovecho para pedir disculpas a mis compañeros por el retraso de la crónica , la preparación del trimestre del IVA, y las fiestas de Santiago han sido las causas de mi demora. Un saludo a todos los aficionados a la bicicleta de montaña.
