31 de enero de 2013

Previa de los pinchos morunos



Fecha: 27 de enero de 2013
Distancia: 40 kms.
Ruta: La Serrezuela
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Crónica de la ruta
Estaba claro que la jornada de hoy iba a contar con afluencia de tréboles, puesto que de ahí a unas horas los pinchos nos esperaban… pues las chuletas ni las vimos, se quedaron en el frigo esperando otro momento. Antes de arrancar, el Gallego que previamente había llamado al Sr. de los Anillos, me da un toque por teléfono, las sábanas se les habían pegado y venía por el camino de Don Benito hacia el punto de partida. Poco después de salir de Villanueva su silueta treboliana aparecía en solitario y comenzamos a desandar lo que el Gallego había andado.

En nuestras cabezas sólo estaba la Pinchito-choricillo party y el rato se me iba explicando dónde estaba el lugar de reunión. Llegamos a la rotonda de Calabazonia y allí nos encontramos con Los Kañas, nuestros primos, y cómo no, pues echamos un ratito, lo que sirvió para que el grupo se partiera en dos. Los de adelante, nos esperarían un poco más allá del Santo Jabeño, para agruparnos de nuevo. Pasado el Ortigas, viramos a la izquierda para enfilar hacia La Serrezuela. Todo el camino se convirtió en un slalom para salvar los múltiples charcos repartidos en el trazado. Lo difícil es llegar a casa con los pies secos, así que la conversación gira en torno a calcetines mágicos de ocho euros, cubrebotas de neopreno y no sé que otras maravillas de las tiendas bicicleteras y no bicicleteras. Lobosolitario cabalga en su nueva montura de 29” y se muestra exultante como un Dios griego subido a su Pegaso. Le miro con envidia sana y no dejo de encomendarme a San Judas Tadeo para que me traiga una igual.



Llegados a la cancela del final del camino, nos introducimos en el tramo más bonito de la ruta con subidas y bajás constantes, con alguna que otra dificultad por el estado del camino, ya que éste se abre como las aguas del Mar Rojo y una brecha abismal nos recibe. Allí cabrían 40 ladrones y Bárcenas, el tesorero del PP, y yo les despacharía allí muy agusto. Como la costumbre se convierte en fuerza, pues el cacho nos lo comemos en el cruce de caminos con los alcornoques cobijadores, los cuales no sé cómo todavía sigue en pie uno de ellos, pues nos sirve para aliviar nuestras vejigas repletas. Como decía aquél: De casa hay que salir, comío, bebío, cagao y meao.



Si entretenido fue el tramo anterior, éste que vamos a afrontar hasta el cruce de las cagalutas no es menos. Aquí el camino no sólo está agrietao, sino que los pedruscones se encuentran repartidos en todo el trayecto. Los pedruscones tienen una altura de entre 30-40 cms. y ya uno no sabe cómo atender a la ginkana: charcos-piedras-grietas, sorteando para no besar la tierra, empapada por cierto. En una grieta la rueda delantera se me incrusta, haciéndome levantar de la montura y en un alarde de técnica no depurada, logro controlar al toro mecánico. Martillo Pilón, que venía detrás no pudo reprimir un grito ante la fatalidad salvada. No fue el último de los sustos, pues Juan III con su rueda delantera hace el afilador con la trasera mía, y por un segundo nos vimos compartiendo sitio con los cuarenta ladrones y lo que es peor, con Bárcenas. Así llegamos al cruce y sin pérdida de tiempo, pues la cerveza se calienta, partimos por la Autovía de la Dehesa hasta el Puente de la Pared. La bajada es vertiginosa y los charcos aquí tienen unas dimensiones cercanas al Lago Ness, en uno de ellos Pacorretales me pasa al lao y me pone lindo, y el agua hoy tiene una temperatura de entre un grado o dos como mucho.



Junto a Juan III y El Socorrío, hago el resto del camino hasta la cruz de La Haba, pues en el puente de la pared ni hemos parado. Allí esperamos al Janter y a Gusiluz, nuestro nuevo compañero, hoy bautizado por una de estas mentes perversas que estigmatizan de por vida y es que o se viene bautizao de casa o te bautizan, en nuestras filas no puede haber infieles.

De aquí a Villanueva el camino ondulante nos espera y llegamos sin incidente ni pinchazo alguno, ni una mala gota caída del cielo, pues los dioses se nos han puesto de nuestra parte. Y ahora ducha y a continuar la jornada trebolera.



De la misma, espero que nuestro colega 16Válvulas nos amenice con su crónica social del evento.
Agur correliebres carnívoras, que los chorizos, morcillas, chuletas, pinchitos, pancetas nos ayuden a subir el colesterol.












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