En busca del ciervo verriondo

Fecha: 30 de septiembre de 2012

Distancia: 72 kms.
Recorrido: Reserva del Cíjara
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Crónica de la ruta
Para organizar a tanta gente es un problema, así que pueden darse algunos casos como los de hoy, uno por un cúmulo de circunstancias que casi acaban en la no realización de la ruta, otro por no seguir las indicaciones de quienes tenían la responsabilidad de guiarnos, y al final una ruta exigente y dura, pero a la vez preciosa, extenuante, maravillosa y todos los calificativos que les queramos poner.

Las 6:30 de la mañana, no son horas, pero el reloj sigue las indicaciones que le marcamos y ahí estaba, dando por saco un domingo. La jornada que nos espera había creado expectación; por un lado, disfrutar de una fauna y paisaje que se nos quedará en la retina, de otro, compartir con Los Kañas después de casi dos años una de las rutas más espectaculares que hemos hecho y en mi caso, la más dura de cuantas he cubierto, pues siendo la berrea, es lo más adecuado.

Todavía era de noche cuando nos acercábamos a la estación del ferrocarril y hoy, hemos sido puntuales a la cita y enseguida partimos en caravana hacia el lugar de reunión con nuestros primos. Ya en la rotonda, hacemos balance de tréboles y nos faltan tres: Cálaman, que no coge el teléfono, Paquete, que iba por libre y El Gallego, del cual, al olvidarse el Presi su móvil, no tenemos contacto. Enseguida aparecen nuestros primos: Moraski, Sarakaña, Laure, Berna, y a ellos hoy se ha unido un Axobiker y Barna de Los Perdíos. Con las luces puestas buscamos los paisajes siberianos.

Llegados a Herrera del Duque, tiramos hacia la Reserva del Cíjara, pasando por la planta de Acuarel y un poco más adelante el sitio de la quedada. Desafortunadamente, El Gallego nos espera junto a su mujer en la gasolinera de Herrera, al cual aprovecho para disculparme por nuestro malentendido, pues a lo largo de la semana, la quedada era contradictoria y como en su caso se prestó a la confusión. Llegaban más coches, los colegas de Logrosán y un poquito más tarde los Zorros de La Serena, de Campanario, que quisieron unirse al espectáculo. Éstos nos advirtieron de la presencia de un trébol en la gasolinera, y cuando estábamos intentando enmendar nuestro error, apareció el coche de El Gallego, enfadado y con razón. ¡La próxima vez echo la lista de tréboles con los teléfonos y al menos esto no vuelve a pasar!

La mañana es fresca y los primeros kilómetros nos advierten de la presencia de cérvidos y cérvidas a derecha e izquierda. Llegamos hasta un mirador, desviándonos un poco para admirar el paisaje. Volviendo sobre nuestros pasos, empezamos a subir y ya no terminaremos hasta el final, me refiero al sube y baja, el llano no es llano, ese concepto no existe en La Siberia extremeña. Mientras, voy departiendo con Moraski y le comento mi alucinación por el paisaje y por el recorrido, revueltas que hacen ver a los compañeros en el otro lado del desfiladero. A Juan Imedio, le empieza a pasar factura el terreno y junto con el Gallego, deciden tirar hacia el Centro de Interpretación cercano a Helechosa de los Montes y juntarnos con ellos a la vuelta. Agradezco enormemente la disposición de nuestros anfitriones, en especial a Moraski, que se comportaba como un líder, un espalda plateada, el macho alfa, siempre atento a los demás y a Sarakaña, una hembra alfa, ídem de ídem: os habéis ganado mi respeto, cosa que ya tenías ganado, pero hoy más.

En nuestra aventura nos encontramos al guarda de la finca

De la caseta del cruce hasta el Mirador de la Presa del Cíjara, el terreno exige. Por un momento me recordaba la subida al Helipuerto de La Lapa. Llegados al mirador, hicimos un parón para avituallarnos ante el espectáculo que se desenvolvía a nuestros pies. A alguno se le ocurrió saltarse el guión y aparte de provocarse así mismo y a los que le acompañaba hacer más kilómetros, hizo que el grupo se retrasase y preocupase por ellos. Aventuras en determinados lugares pueden salir muy caras y de eso sabe mucho el Seprona. A pesar de la espera de Moraski, por allí no aparecía nadie. Mientras en descenso y entre pinares esplendorosos, el grupo se estira hasta alcanzar la carretera, donde esperamos y esperamos y esperamos… Así que, como el que espera-desespera decidimos tirar hacia el Centro de Interpretación, donde volvemos a esperar y esperar y esperar. Como los de Logrosán están cansados de esperar y tienen sus quehaceres, Sarakaña decide tirar hacia delante con ellos, se juntarán con Imedio y El Gallego y llegarán antes que el grupo-nodriza.

La subida desde el Centro de Interpretación hasta la caseta del cruce, se me hace eterna, los kilómetros son leguas y en esta travesía, Juan III me sirve de apoyo para que pueda llegar, animándome y ofreciéndome su rueda. Ni siquiera paramos allí en la caseta y seguimos hacia delante, tampoco lo hicimos cuando alguien pinchó, pues íbamos justos. Por mi cabeza pasaba el temido efecto pierna-garrote, pues sentía ya el cansancio acumulado en las extremidades inferiores. Buscábamos el camino de los viveros, pero hay un cierto resquemor por perdernos y no somos el último superviviente y el cuarteto que formamos A. Horrillo, Lalex, el Sr. de los Anillos y el Gurú, y ante tanta incertidumbre decidimos parar y esperar el grupo. El Sr. de los Anillos me comenta que tiene ganas de tumbarse y lo hace: coge su casco, lo utiliza como almohada y se aberroncha. En mi caso, no hago nada más que pasear y hacer ejercicios de estiramiento, cosa que le molesta a la bella durmiente. Por fin, aparece la silueta del grupo donde han podido conectar los protagonistas de la aventura. Nos quedan unos diez kilómetros, pero la mayor parte en bajada.



Finalmente llegamos a los coches y tengo la boca como suela de zapato, miro el reloj y son las dos y veinte, más de cinco horas encima de la burra, hacen que las posaderas las tenga como…, me he bebido hasta el agua de los floreros y no siento las piernas. Me dolían hasta las pestañas. Esta tarde no, pero a lo mejor… ¡mañaaaaaaaana! Hoy he sacado el masoquista que llevamos todos los ciclistas dentro.

Por lo demás, un espectáculo, pocos ciervos cachondos, igual al año que viene los contratamos o hacemos un cásting para el día. Gracias a Los Kañas y al día que nos habéis regalado, pues si lo hacemos por nuestra cuenta, como os dije, abrimos telediarios.

Correliebres, hoy nos hemos cambiado por correciervas. Lo dicho: con las ganas de ver un ciervo cachondo, se nos ha pasado la mañana. Para recordar.

Saludos a todos los que hoy hemos estado en tan magno acontecimiento. Espero que El Desgastador nos envíe crónica, pues a las nueve estaba en Villanueva esperándonos.