Ruta: La
Antigua-Minas del Lobo
Distancia: 41 kilómetros
Fecha: 04 de enero de
2015
Crónica
Nuevo año, nuevos proyectos,
nuevas intenciones y la práctica del tantra buscando los senderos para la
realización personal, que pa eso es una tradición esotérica. Ya lo sé, el
siguiente paso es la levitación, pero tranquilos todo se andará,…
Lo que
no es nuevo, son las tremendas pelonas
que caen por estos lares allá por los meses de enero y febrero. Los campos
blanquitos como de nieve y nosotros enfundados como una cebolla bajo el tímido sol mañanero. Diez
o doce tréboles reunidos en el lugar de siempre, las caras cambian cada
domingo, buen signo ese para la solidez de la peña. Algunos se nos vuelven a
incorporar como Fraguel y su Cuñao, venidos allende los mares y
otros reaparecen como el Guadiana
después de un par de meses pedaleando por el submundo, como es el caso de Tricolor.
La ruta no exige, tampoco la distancia, perfecta para irse poniendo a tono después de los atracones continuados de mazapanes, polvorones, turrones, pollos rellenos, cochinillos al horno y demás fauna deglutida. La falta de hábito en el pedaleo hace que nos lo tomemos con calma, y vayamos piano–piano en el recorrido. De vez en cuando, algún charco invitándonos al moji y las heladas por todos lados. Llegamos con calma hasta el Montecillo y bajamos hacia el puente de la Antigua. Allí deciden hacer las trialeras Tricolor, Sedas y Fraguel & Cuñao. El resto seguimos con la ruta prevista sobre esos caminos rotos y ondulantes que tantas y tantas veces hemos cubierto, cuales venados verriondos.
La ruta no exige, tampoco la distancia, perfecta para irse poniendo a tono después de los atracones continuados de mazapanes, polvorones, turrones, pollos rellenos, cochinillos al horno y demás fauna deglutida. La falta de hábito en el pedaleo hace que nos lo tomemos con calma, y vayamos piano–piano en el recorrido. De vez en cuando, algún charco invitándonos al moji y las heladas por todos lados. Llegamos con calma hasta el Montecillo y bajamos hacia el puente de la Antigua. Allí deciden hacer las trialeras Tricolor, Sedas y Fraguel & Cuñao. El resto seguimos con la ruta prevista sobre esos caminos rotos y ondulantes que tantas y tantas veces hemos cubierto, cuales venados verriondos.
Hasta
llegar al camino que nos enfila al cruce de parada y que lleva a la Cabra, el camino se empina y nosotros
nos estiramos y esto que no lo confunda nadie con otra cosa, eh… que os veo
venir. Así nos reagrupamos en el cruce. Abrimos nuestros zumitos, pelamos
nuestros plátanos –cada uno el suyo, por supuesto- e ingerimos nuestras chuches. La conversación
gira en torno a la lotería de navidad y los imaginativos métodos para darle
esquinazo a Montoro, pero sobre todo en qué nos vamos a gastar la guita, pronto
lo sabremos.
Después
del receso, comenzamos la bajada hasta el
puente de La Pared. Motos, quads, tipos montados a caballo, perros sueltos,
nos devuelven a la inquieta dehesa en que se convierten estos parajes los
domingos por la mañana y por supuesto, ciclistas de montaña en busca de las
inclinaciones varias. Llegados al puente nos hacemos un par de fotos, con el
grupo incompleto. Poco más arriba nos juntamos todos y comenzamos la carrera en
dirección a la Cruz de la Haba. De
nuevo, allí foto, esta vez todos juntitos.
La
vuelta es hacia Villanueva, aunque el
grupo más numeroso decide prolongar la cita en dirección a Los Vergeles. Tricolor,
Gurú, Pacorretales y R2D2,
decidimos llegar a casita antes de las 12 y ser como Cenicienta, aunque sin perder zapato alguno. Así a buena hora, sin
parar, tan solo para lavar las bicis estábamos en casa a mediodía. Creo que
esta táctica fue buena para saber si nuestras doñas eran fieles o no, o a partir de ahora había que practicar el tantra obligatoriamente.
En fin,
correliebres que las heladas de las noches de enero no os impidan ver los rayos
del sol de la mañana. Agur.
Cronista: Gurú
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