5 de septiembre de 2012

Sumando efectivos


Fecha: 02 de septiembre de 2012
Distancia: 61 kms.
Recorrido: Medellín (vuelta por el Guadiana)

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Crónica de la ruta
No fui el primero, pero casi. El Coronel, ya estaba en el lugar de las quedadas y Tricolor, también se aproximaba. Aún no eran las nueve y ya comenzaba a animarse el grupo. Veinte minutos después, no éramos ni diez. ¿Qué pasaba?
Después de quince minutos de espera comenzamos la ruta en dirección a las obras del paso a nivel, unas obras que empezaron allá por el siglo XII y probablemente tendrán que pasar cinco generaciones más para que puedan verlas concluir. Es ahí donde se nos suma Paquete, en mitad de las obras eternas.



Siguiendo por encima de la acera y al girar hacia el Paseo de Castelar, El Presi, hace sonar su perrito-claxon-rosa, por si acaso, pues es raro encontrarse a esas horas de la mañana a alguien por ahí… pues sí, a la vuelta de la esquina, se nos aparece Dejanter, que vuelve a sumar efectivos al grupo. Al menos ya diez estábamos.



La ruta de hoy, la tenemos catalogada como de dificultad media, pero para mí, creo que había que subirla a media-alta, pues tiene su nivel de exigencia y no es precisamente por la subida al Castillo de Medellín, es por los contínuos sube-baja, que siempre se cobra alguna víctima, un pajarón de los últimos kilómetros de desgaste, como hoy.



Ante indicaciones confusas del Sr. de los Anillos, despistado por el transcurrir de la ruta, Micromachine, nos espera en Don Benito a la altura de la piedra-pinchá-en-un-palo, un engendro, que aún no figura en la sección “Menudo mojón”, pero tiene la categoría para hacerlo. Junto a él, otro conocido, Diego, que ya nos acompañó en una ocasión y hoy ha decidido repetir con el grupo, un grupo que sigue sumando efectivos. La idea es seguir hacia Las Cruces, pero sin llegar a ella, desviándonos a mano izquierda, buscando caminos que suben paulatinamente y desgastan. Hoy cruzamos como nunca el Ortigas, o mejor dicho el polvo del cauce del río Ortigas. No cae una gota por aquí desde el año pasado, por lo menos. Un marido, tira del brazo de la mujer, que camina junto a su lado: “Tira pacá que te van a pillar”, le espeta.






Como una aparición, tres cruzaítos, aparecen de sorpresa, son Miguel, Alo y Loné. Están en un momento de forma descomunal, así que están haciendo ahora la que llaman la ruta de los castillos. Ya a esa hora, habían subido al de Magacela y van a un ritmo frenético. Le hacemos la invitación a unirse al grupo, y después de dos segundos de sopesar nuestra propuesta, aceptan, pues se dirigían hacia Medellín, aunque por un camino más recto. Con las prisas que siempre llegan, desconfío de su compañía hasta el final, pero hoy sí, pues el ritmo no ha sido malo y no ha habido pinchazos ni otros coitus interruptus. El grupo ha engordado enormemente. El camino de cuatro a cinco kms. se hace en pendiente suave pero constante, hasta alcanzar los eucaliptos de la zona. Delante, demarra El Coronel y a su rueda se lleva a Charlybiker, que ha alcanzado un nivel espectacular. Nos reímos de Carlosbiker, pues ha dejado la sombra del progenitor y se ha lanzado a descubrir mundo. Su progresión ha sido espectacular. Bien por el chaval. El trío de los cruzaítos siguen su estela.





Después de unos segundos de agrupamiento, nos lanzamos a los caminos pedregosos entre el eucaliptal, con una subida sostenida, siendo muy cautos y una bajada un poco peligrosa, donde los más lanzados la trazan a toa leche. De nuevo, campo abierto y caminos anchos, seguimos a muy buen ritmo y el sol empieza a picar, se animan las conversaciones y llegamos a pasar a pie por las vías del tren y llegamos a Mengabril, lugar donde fue bautizado El Caballito, y es ahí donde firmó su contrato para Le Cirque du Soleil.



Abandonamos el pueblo y llegamos a Medellín, donde nos topamos con un nutrido grupo del Saxo Bank, todos uniformados, pero y… ¿Contador? Seguro que está con Purito!, ¡Vaya mosca cojonera que le ha salido!, seguro que le sigue hasta la cama.



Nos disponemos a afrontar la subida al castillo, que ya a esa hora tiene en su falda una nutrida representación de visitantes del Teatro Romano. De uno en uno vamos subiendo. El Martillo Pilón, besa el suelo, le ha cogido gusto, se parece al Papa, al Papa Viajero, sí a Juan Pablo, Juan Pablo II, no confundamos con nuestro Papa, que también se llama igual. Ora pro nobis. En mi caso opto, por hacer un bucle y subo andando los tres o cuatro peldaños que hay delante de la iglesia, adelantando a un montón de tréboles. Joé que estrategia. El caso que coronamos todos. Allí arriba con esas vistas maravillosas del teatro, del Guadiana con su camalote y de los regadíos de las vegas, nos tomamos el tentempié y nos arretratamos, algunos con los maillots de la polémica, que en mi caso había dejado de estar impoluto.



En la bajada, por primera vez en la ruta, hemos dejado de sumar efectivos y restamos uno: Micromachine. ¿Ande sa metío? No sabe-no contesta. Después de un ratillo, aparece su silueta. Macho, la cadena, que se me ha salío. Unos hombres le arengaban: Vengaaaaaaa, que te quedas el últimoooooooooooooo. Buscamos la orilla del Guadiana, pero antes tenemos que pasar por el camino del desgaste. Hoy además con el viento en contra, cómo pesan las piernas después de recorrerlo. Cómo desgasta. Algunos le llaman el camino pestoso, aunque para apestoso, la planta de residuos que dejamos a nuestra derecha para enfilar la vereda de los perros ladradores. Por cierto, hoy llevábamos el artilugio Made in Taiwan, anti-dogs, no sé si sirvió o fue casualidad, el caso es que un mastín emprendió retirado. ¿Fue por el aparatito? Pues no lo sé, yo creo más bien que fue por los catorce tíos que íbamos detrás levantando polvo.



De aquí hasta Villanueva el desgaste es contínuo, y en el caso de Miguel se hace evidente. Hoy, se había machacao 80 kms. después de haber hecho media maratón ayer. Joé que no somos Ironmanes. Si, si, los cruzaítos, esos hombres curtidos bajo un sol de justicia se habían hecho ochenta kilometrazos, aunque no sé Alo, creo que es medio trébol y su transformación comenzó ayer por el casco. Debe ser una especie de Pokémon en plena evolución… pues sí, hombre, que sois mediotréboles.

Todo se cierra poco después de las doce y media y se acaba en el Templo del Mesón Beni a la sombra, en el Tercer Tiempo. Bueno, tréboles, hoy hemos aprendido que cuanto más gente se suma, más somos.

Agur, correliebres.

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