18 de marzo de 2012

Alguien se dejó la puerta abierta



Ruta: La Serena (La Coronada-Campanario-Magacela)
Distancia: 50 kms.
Fecha: 18 de Marzo de 2012

Crónica de la ruta
Próxima está una de las grandes citas del calendario treboliano: la “Clásica a Guadalupe” y eso se palpa en el ambiente, ultimando detalles para afrontar nuestro reto del 2012, esta vez con logística y un montón de bicicleteros dispuestos a sufrir, sudar y disfrutar camino de las Villuercas. Al final, nuestra recompensa se verá satisfecha: comida y bebida, más compañía de la buena.


El caso es que entre el domingo anterior y éste, media unos 7-8 grados, lo cual no es poco. Aunque parezca mentira seguimos metidos en pleno invierno y la primavera y verano es cosa del Zara y El Corte Inglés. Muy felices estábamos dejando atrás tanto envoltorio, pero ojito que si hoy no nos embozamos lo hubiéramos pasado muy mal. Las circunstancias hacían que de nuevo nos reencontrásemos gran parte del grupo, pues no se celebraba ninguna marcha de interés, bueno sí la de Cristina organizada por el Sexto Piñón, pero mi semana de amague de constipao, me hizo desistir de tal aventura y los compañeros de pelotón con interés, tampoco animaron el cotarro, así que hoy marcha trebolera.










La Bestia, nos transmite su intención de volver sobre sus pasos, pues a las once debe estar en sus labores y es que ya empieza a saborear el agridulce sabor de quien manda y ordena en una casa. Camino de Esparragosa, Canal del Zújar y desvío atravesándolo para comenzar nuestro periplo por La Serena. Desde aquí en adelante los caminos son de sube y baja, que van minando tu forma física y erosionando tu entereza en las ya castigadas piernas en los últimos kms. Hoy además se nos ha añadido un segundo elemento contra el que luchar: el viento. Desde Kampanistán hasta Villanueva no nos ha dejao de dar por c… ¡Me cagüen el que se dejó la puerta abierta! Mira que os lo tengo dicho y luego pasa lo que pasa, una brisa molestísima acompañándonos la mitad del camino.






Dudamos por un momento por dónde seguir dirección La Coronada, la decisión fue cruzar un pestilente arroyo de aguas fecales. El sr. de los Anillos insiste en la idea, troncha unas cañas que a modo de puentecillo nos valdrá para vadear la putrefacción. El que peor lo pasaría fue El Cántabro, que hundió su pie en tan hediondo charco, llevando impregnado de aquí hasta el final el olor del perfume “Eau de Cochon”. La cuestión es que nos dejamos arrastrar por todas las demencias posibles y como no hay nadie sano en el pelotón, pues ahí vamos. Tete “El Alien” nos sigue amenizando la ruta con sus sonidos guturales que le salen de los más adentro.






Se me escapa decir que Lobosolitario ya tiene su nueva burra, la verdad que es chula, con los colores treboleros y Cálaman se ha hecho de una Trek, también guapa. A todo esto, nos disponemos atravesar La Coronada, cuando un niño muy solícito se encomienda al grupo y nos sirve de guía. Era un espectáculo vernos liderado por Er Niño la Coroná, de nombre Javier, de unos diez-once años, seguido por un pelotón de talluditos ciclistas, serpenteando por las callejuelas coronelas. La gente nos miraba con sonrisa socarrona, y el niño muy cívicamente hace que demos la vuelta a una especie de rotonda, siguiéndole en su recorrido, luego nos engañó y fuimos dirección prohibida, en fin “Nadie es perfecto” que le dijeron a Jack Lemmon en “Con faldas y a lo loco”.




Llegados a la laguna, que no charca, por mucho que nos empeñemos en llamarla, paramos a repostar y a arreglar algún pinchazo. Tiempo para meternos unos con otros e intentar desdramatizar la situación. Vuelta la burra al carro, tiramos hacia Campanario a buena marcha, la ondulación del terreno es constante sube-baja, una y otra vez hasta el polígamo de entrada al pueblo. Atravesado éste, subida bastante empinada y terreno aún más rompepiernas, donde las subidas se hacen más prolongadas lo que hace que el grupo se estire y los que vamos poco finos, pos nos toca mirar en la distancia a los compañeros que ya nos esperan en La Mata. Allí la crisis ha terminado con el contrato de nuestra amiga Loli y las puertas están cerradas de par en par. 16Válvulas aprovecha para hacerme un marcaje hombre a hombre y no me da tregua.

Otro "hostiamen" de Teles para ir probando los pedales



 Una vez engullidos los múltiples y variopintos menús, de nuevo a los caminos, ahora con una variante siguiendo lo que llaman el Camino Mozárabe, saliéndonos de la pista asfáltica que siempre cogemos. Cuando nos incorporamos a ésta un grupo de unos ocho ciclistas con bicicletas de carretera, nos superan a la velocidad del rayo, luego los veremos subir las cuestas de Magacela a ritmo frenético. Ahí se aprieta un poco hasta el Pilón que hay abajo. Teles “El Martillo Pilón” nos somete a un ritmo de tira tú, que ya iré yo… si eso. Parada nuevamente y nuevamente salimos. “El Martillo Pilón” le ha cogido gusto a hostiarse y de nuevo se restrega por los suelos.



Al salir a la carretera me da por investigar y un camino en bajada llega a una casona y ya está. Mis compañeros me azuzan a dar marcha atrás con regocijo de más de uno por el esfuerzo estéril de subir la cuestecilla. Como Cálaman y El Alien, nacieron pasados los setenta, pues deciden meterse entre pecho y espalda la cuesta imposible empedrada de Magacela, el resto decidimos que por hoy no va a ser, si acaso otro día. Así que enfilamos el camino dirección a casa con el grupo ya fragmentado. Grupillos de cuatro, de tres, de dos y de uno vamos poco a poco cubriendo la distancia hasta llegar al puente del Ferrocarril. Hoy no hay parada cervecera y sí de limpieza de burras: Juan III, El Alien, Cálaman y el menda se quedan a darla un baño merecido, sobre todo para quitarle el perfume de “Eau de Cochon”.




Lo dicho: donde va uno, va un ciento. Agur, correliebres.


2 comentarios:

  1. te has portado con la cronica guru. Menos mal que habeis levantado la huelga de cronistas

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  2. Hola Trebolillos, leo en vuestra crónica que ya no hay nadie en La Mata para entrar y poder verlo. Es una pena porque teniamos pensado los Perrigalgos ir a verlo un día de estos, aunque nos pasemos un poco de kilometraje; es que estas burras tienen la autonomía que tienen, y claro...

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