25 de noviembre de 2014

Nos sobraba tó lo puesto



Ruta: Ruta 67 (Embalse de Orellana)
Distancia:69kms.
Fecha:23 denoviembre de 2014

Crónica
            La verdad es que en mi caso no había mirado el tiempo que íbamos a tener el domingo por la mañana. El viernes no lo vi y el sábado tampoco, así que me enfundé la chaqueta térmica y me puse la braga para cuidar a mi delicadísima garganta y así salí. El grupo era lo suficiente para ir entretenido e intercambiar impresiones y eso a pesar de la ruta que se organizaba este mismo día en Madrigalejo, de la cual no tengo noticias –eso de no pertenecer al grupo del guasap me deja ajeno de cualquier noticia de última hora y por otro lado, vivir tranquilo-.

            A las nueve y diez salimos en dirección al badén de Villanueva por la carretera, la cual la continuamos hasta desviarnos a la izquierda para llegar al Guadiana, cruzar la carretera que une Valdivia con Entrerríos y avanzar hasta el Camino Real. Antes, un perrillo atado con una cadena nos recibía con unos ladridos nada amistosos y una banda de avutardas es avistada por Tricolor y Juan Imedio, pero yo por mucho que me volvía no conseguí verlas, imagino que es por tener poco desarrollado el sentido de la caza o porque no tengo fe.
            Tricolor nos acompaña con un híbrido por bicicleta, mezcla de carretera y montaña, es como un mulo porque no es ni una cosa ni otra. El Camino Real tiene un sube y baja que atiza y exige, así que los primeros sudores se deslizan por nuestras pieles embutidas en tanto textil sintético. A mí me empieza a sobrar la braga y llegados al Cortijo de Perales me la meto en la mochila. La primera parada es para tomar algo de aliento y Tricolor se despide vuelta a Villanueva, el resto vamos dirección a más cuestas y buscamos el pantano orellanense. Un montón de motos nos sobrepasan y las cuestas piden y exigen de nuestro esfuerzo, y ya va habiendo miembros que nos estiremos en el pelotón, grupillos, tréboles desperdigados, alguna culebrilla y ovejas de vez en cuando.
            Ahora bajada vertiginosa hacia el pantano, para enfilar una cuesta que rompe el ritmo y te machaca. Así llegamos al nuevo chiringuito que hay en la orilla de Campanario, tiene buena pinta el jodío y allí nos desayunamos plátanos, zumos, frutos secos y demás viandas. Foto de rigor y selfie posterior. ¡Menudas vistas!, mientras se entrecruzan en el walkie la conversación de una madre y su hijo:… estás chirichi!

            Al coger la pista del canal, un Renault 6 se nos aparece y hace que Lamerquel que venía junto a mí casi se sale. Apretamos el paso y nos desviamos por el camino. Previamente, una bajada a la que se la suma una subida empinadísima que sirve al Sr. de los Anillos para inmortalizar la peripecia rutera.
            En la conversación la actualidad: Podemos, el Pequeño Nicolás, Cristina Pedroche,… en fin, no sé por qué orden. En esto nos detenemos en medio de la dehesa, pues el Afilaó ha pinchado –luego lo volverá a hacer-. Lo cual se aprovecha para que el Presi nos obsequie con un integral, al que nos tiene acostumbrado por otra parte, de su cuerpo danone.
            El ritmo empieza a ser alto y se aprieta a la menor oportunidad, fraccionando el grupo hasta llegar a la carretera que ya no abandonaremos hasta llegar a Villanueva. Aunque hubo reagrupamiento en el badén el ritmo ya no parará de subir dejando sin aliento a los que veníamos justitos de fuerza.
            Al llegar, Pablo, nos dice que viene pinchado y allí le dejamos con el Desgastador para que le ayude a solucionarlo. Era la una y veinte y los enjuagues bucales decidimos dejarlos para mejor ocasión.

            Agur correliebres y que los renaultseis que nos salgan sin aviso no os amarguen la mañana.

Cronista: Gurú

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