Ruta: Puente de
La Pared- Bajada por la Cuesta de los Guzmanes
Distancia: 45 kms.
Crónica
Para los agoreros que pensaban
que entrábamos en la Tierra Media, después de un par de fin de semanas con más
frío que un perro chico, decidles que el verano ha vuelto, bueno, su hermano
pequeño: el veranillo.
Numeroso
era el grupo que nos hemos congregado y numeroso también el que fue a
Monfragüe, a una concurrida marcha en la que se apuntó hasta Pepe Gotera y
Otilio. El sentido de la marcha suponía bajar por la Cuesta de los Guzmanes,
donde la casualidad ha querido que ya lo hiciéramos la semana anterior y es que
el hombre es el único animal que tropieza dos veces con el mismo chinato, un
déjà-vubicicletero, el atrapado por su pasado trebolero, el don
errequeerrepacomartinezsoriano, el… bueno, vamos que ¡repetimos!
Vamos a
buena marcha hacia La Haba y los caminos repetidos de una dehesa que empieza a
estar esplendorosa con las lluvias caídas. Poco antes de llegar al puente se
nos une Haykesperarle, haciendo honor a su apodo. De ahí hasta el cruce de las
cagalutas o cagarrutas, como peor os parezca, subidas que calientan más que un
103 mañanero. Al llegar al sitio, doscientos treinta y un ciclistas había allí,
cruce de caminos con bicicleteros de una peña calabazona. El tramo que nos
espera es del camino roto, abierto con zanjas colosales, pedruscones asomando
con sus afilados picos dispuestos a picotear cauchos rodadores, ramas jodías
que aparecen sin avisos, charcos y bancos de arena que te hacen patinar sobre
ellos, en fin, el paisaje de la zona, es espectacular a pesar de haber pasado
por allí mil y una mañana. En una de esas, Maikelnai, estalla su cámara
trasera, y hubo que recomponerla para que pudiera seguir.
Descanso
en las piedras que se han convertido en asientos habituales y tertulia con el
monotema, que para nosotros no es la independencia catalana, y que me ahorro
cuál es, aunque entre tanto maromo es fácil saber de qué se habla. Foto de
grupo, con cámara trucada de acción retardada y nos metemos en la galería
frondosa y empedrada, donde se cantan los acordes de “Soy una chumberaaaa,
chumberaaa,…” de la ya crecidita Melody, quien apuntaba una evolución de la
niña en positivo.
Subida
de la cuesta hasta el cruce de Cabezarredonda donde el grupo se ha estirado de
tal manera, que entre cabeza y cola hay casi medio kilómetro. Subida de los
Guzmanes por su cara menos dañina y bajada peligrosa por su cuesta empinada.
Bajada hasta llegar a la carretera de las Cruces, donde el grupo ya observa la
marcha de la media maratón que hoy se celebra en Calabazonia. Tuvimos que ir
por la carretera y un guardia civil paró en seco a parte del grupo. El resto
seguimos hasta el pueblo calabazonio y esperamos en la rotonda de Las Cruces.
Como la
hora es buena, al igual que el ritmo, Martillo Pilón nos propone prolongar algo
la ruta y nos emplaza a asomarnos al monumento erigido sobre una elevación a
imitación de un templo griego hecho con materiales de desecho. Se trata de un
edificio de dudoso gusto con el fin de perpetuar la gloria del imperio
calabazonio. Luego nos dimos una vuelta campo a través y subiditas hacia los
depósitos para salir a la zona del Burger King.
De ahí
decidimos inmortalizarnos bajo la sombra de Pedro de Valdivia y de paso
enjuagarnos un par de cervecitas en el bar de nuestro amigo Dani.
Cronista: Gurú
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