Ruta: Las Villuercas
Distancia: 45 kms.
Fecha: 5 de octubre de 2014
Crónica
Hoy toca madrugar, el Trébol nos saca de paseo a las
Villuercas. En Guadalupe nos juntamos 10 tréboles y dos compañeros de fatigas
más (Ángel y David) deseando pedalear y quitarnos el frescor de la mañana.
Salimos de Guadalupe dirección vía verde y durante tres
kilómetros de calentamiento-relax vamos llaneando y marujeando, pero toca dejar
la vía verde y de sopetón nos encontramos con un repecho de esos que quita la
respiración, ahora ya ni un trébol habla y mira que eso es raro.
Seguimos en un continuo sube y baja, bastante llevadero,
viendo paisajes distintos a los ya conocidos de nuestra querida Cabra. Nos
reagrupamos en la ermita de Santa Catalina, alguno aprovecha para comer y así
coger fuerzas para lo que nos espera en el resto de ruta, que por ahora no ha
tenido dureza.
Bajada vertiginosa y rápida hasta la carretera de Guadalupe.
A partir de aquí es donde merece la pena, un paisaje impresionante, una delicia
ir con la bici por esta zona. Durante cuatro
kilómetros vamos por el arroyo de Guadalupejo, siempre rodeados de
sierras y árboles hasta llegar a la presa Ruta de los Molinos, sólo por este
tramo vale la pena esta ruta.
Parada en la presa se reagrupa y comemos, vamos a buen
ritmo, esperando ver esa dureza que tanto se decía y que todavía no había
aparecido. Con la panza llena seguimos nuestro camino, siempre guiados por
nuestro incansable Teles. Ahora es un continuo subir, con poca pendiente pero
siempre subiendo. Llegamos a un cruce en el cual Teles nos dice que a partir de
ahí empieza lo duro y quien quiera puede desviarse y llegar a Guadalupe, nadie
se va, todos queremos ver esa tal Villuercas.
Ahora empieza lo bueno, primeros rampones entre el 17-20 %
que hace que más de uno eche el pie a tierra, seguimos subiendo por una
trialera, por lo que me cuentan es la ruta del Onceno, hasta el Humilladero. A
partir de aquí todo es asfalto en muy mal estado. No hay descanso hasta arriba,
se acabaron los chascarrillos, cada uno va a su ritmo, es una subida dura y muy
larga, aunque para algunos con el ritmo que llevaban parecía que era llano.
Subiendo durante tanto tiempo piensas más de una vez por qué estás ahí, con lo a
gusto que estarías en casa o paseando por el pueblo, pero es tal nuestro nivel
de masoquismo que seguro que el año que viene volveremos, como han vuelto una
avanzadilla trébol que exploro el año pasado estos terrenos y los que hicieron
la Titan-Villuercas. Si es que en esta peña hay sitio para todo tipo de
“animal”.
En la cima está la recompensa, se te olvidan todos los males
y ya no te acuerdas que te has dejado piernas, corazón y pulmones en el
trayecto. Todos los tréboles disfrutamos de unas impresionantes vistas de la
zona, charlamos, comemos y bebemos, sabiendo que ya está todo el trabajo
realizado, ya sólo nos queda bajada ¡y que bajada!, 15 kms. seguidos, una gozada.
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