8 de diciembre de 2013

El hombre que susurraba a los cochinos


Ruta: Mérida-Villanueva de la Serena por Cornalvo
Distancia: 85 kms.
Fecha: 06 de Diciembre de 2013
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Crónica
La ruta de hoy concentró tantos alicientes que hubo que poner el cartel de no hay billetes por overbooking. 27 eran las reservas hechas y 29 los asistentes, pues dos fueron en el coche del padre del Saltarín, quienes nos esperaban en la estación de Mérida cuando llegamos.

 

A las ocho de la mañana no hacía el frío que cabría esperar para estas fechas. Cuando llegué ya había un grupillo respetable de tréboles, aguardando el embarque. Paquete nos alerta que hay que pasar al otro andén para subir, cruzando las vías del ferrocarril. Allí esperábamos la llegada del tren, no sin antes el Sr. de los Anillos indicarnos algunas normas a respetar o en caso contrario iba a hacer compañía a Bárcenas. Todas las ruedas delanteras fueron desmontadas y así iniciamos nuestro ascenso a los vagones. En Calabazonia, los indios (Sioux y Comanche) se nos unieron. Por las ventanillas del tren veíamos el paisaje nítido, alumbrado por un sol radiante y no como la experiencia anterior, donde no veíamos ni un panizo.

Faltaban las cartas
Llegados a la estación del ferrocarril de Mérida, nos esperaban como ya he dicho, el Saltarín y Davidcreo que se llama-, un habitual en rutas foráneas. Allí, tengo que reconocer mi adicción cafeinómana, me pedí uno que no pude saborear como a uno le hubiera gustado. Mientras el Presi buscaba mostradores para cambiar un kilo de monedas, que no es lo mismo que un kilo en monedas, ¡ya le hubiera gustado! Foto de rigor y búsqueda de caminos/carreteras en dirección a Proserpina.


Medio tren de ruedas
El día diáfano nos ayuda a descubrir la ruta que no vimos por la niebla. Siguiendo el carril-bici, vi un cartel curiosísimo:"Peligros en general". La cuestión es que uno lo puede interpretar como quiera: lo mismo hay un socavón, que arenilla, que una zanja, pero claro también puede haber leones sueltos o vampiros diurnos, ¡qué sé yo! ¿No se puede particularizar? ¿o es que esto es cosa de los recortes? Porque claro, ese cartel sirve pa tó.


Bordeamos Proserpina y nos dirigimos hacia Cornalvo. La Bestia, decía si habíamos pasado la otra vez, pues había mucho asfalto. Poco antes de llegar a la presa, hay una cierta confusión, un grupo por un lado y otro por otro. Realmente lo suyo era haber llegado al embalse romano y haberle dado la vuelta para enganchar con el itinerario previsto, pero ya a esas alturas como que nos empezábamos a dar cuenta que íbamos a llegar más tarde de lo previsto. Mientras íbamos debatiendo sobre el apodo que le poníamos a Edward, el dominicano, el último en unirse a la gran familia treboliana. Hay algunos en mente, pero aun no ha sido concretado.

Ostiaca de Agapornis... ¿ke ha pasao?
En Cornalvo, junto al agua, Agapornis sufre una caída que nos hace detener durante un rato y de paso, asistimos a un espectáculo inigualable, el que nos ofreció el hombre que susurraba a los cochinos. Una piara inmensa obedecía las órdenes del hombre sin rechistar, mientras los gorrinos se rebozaban en un cálido baño de barro. En ese momento, decidimos que la peña iba a pagar al Presi un curso de formación consistente en el arte del acarreo de la piara, para ponerlo en práctica en nuestras salidas dominicales, ¡qué sutileza!


Bricomanía
Arts Attack
Poco a poco el camino se iba completando y había disensiones en dónde hacer una buena parada. Más adelante y a la sombra de un alcornocal, nos detuvimos y cada uno sacó su pitanza. Poco antes el Presi, preguntó ¿cuándo paramos para comer en condiciones? A lo que respondió Carlosbiker: coño, ¿qué te has traído en la mochila? ¿una tortilla de patatas? Después del paréntesis, y al coger mi bici, me di cuenta que la rueda delantera había pinchado. Cuando fui a recoger la cámara, no tenía y por supuesto bomba tampoco. Menos mal que Juan III me ofreció la suya y Pacorretales la bomba. Después de esto el diagnóstico es claro: soy un dominguero.

Una dehesa espectacular llena de cerdos (los del primer plano ehhh???)

La subida al Cuadradillo nos esperaba, subida que conocemos bien gracias a nuestros amigos amalienses, pues con ellos hemos compartido más de una vez, camino y polvo. Dirección Santa Amalia y con 60 kilómetros a nuestras espaldas, veía a la gente muy entera y a buen ritmo, mientras uno mantenía el suyo, contemplando a cierta distancia las siluetas de mis compañeros. En la travesía iba con Martillo Pilón, Induráin y Juan Imedio, que se percató del infortunio de la rotura de su cuadro de aluminio, ¡qué putada!, ya no se le olvidó en el resto de la ruta. Lógico.


El hombre que los susurraba
Para llegar a Medellín, no nos caldeamos, seguimos por la carretera y el ritmo medio-alto. Joder, no sé si Cálaman repartió entre el pelotón la pócima verde que llevaba y a mí no me dio. Pero vamos por la pinta, eso tenía que ser uranio empobrecido o criptonita, por lo menos. Parada en el puente sobre el Guadiana en Medellín y allí, al solito nos empiezan a crecer los temores por el camino de piedrecillas que nos espera. He visto allí más víctimas que en la defensa de Numancia.


Ese camino es peor que las torturas de la Inquisición. En distancia, no sé cuánto habrá ¿4 ó 5 kilómetros?, pero qué calvario. La Bestia y Paquete, hacía un rato que nos habían abandonado, pues para las tres estaba claro que no íbamos a estar en casa. El pelotón, se estira y estira, y estira y vuelve a estirar. Cuando acabó el camino, me dolían las cervicales, y aún faltaban varios compañeros por llegar. Al parecer, al inicio del camino había un puesto que repartía calambres y más de uno se compró unos cuantos. De ahí a Villanueva fue todo un vía crucis para algunos tréboles. Por supuesto, cansados todos, pues al final fueron OCHENTA Y CINCO kilómetros los que nos metimos entre pecho y espalda.

Comiendo bellotas

El Presi, tenía calambres para dar y regalar y, en esto que aparece la figura maligna del Componedor y que le conmina al estiramiento de los miembros inferiores. Bueno, pues en uno de esos, soltó una clave de sol que se escuchó en las Vegas Altas, La Serena y algo de La Siberia, y eso que supuestamente era la pierna buena. Y el resto que le acompañábamos, soltamos una carcajada en solidaridad con el dolor de nuestro querido Presi. Así se lo pagamos, a él que es nuestro guía.

La bici de Juan Imedio (R.I.P)
Calambres, calambres y más calambres, pinchazos y demás. Llegamos a las 15:30. Y allí esperábamos Garçon, Pacorretales, Imedio y El Gurú, a que llegaran los demás que habían cogido la Vía Verde. Por fin nuestro Presi acude y Tricolor, que luego y tras un pinchazo le acompañamos andando los últimos 200 metros.

El Presi cazó un conejo
Jornada épica y para recordar. Demasiadas incidencias y cansancio generalizado.
En mi caso, ducha rápida, pues los pies los tenía mojados desde hacía unos cuantos kilómetros.



Pues nada, correliebres, que los chinatos del camino nos respeten algún día. Y como decía aquél: más vale cochino en mochila, que no suelto.

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