Ruta: Mérida-Villanueva de la Serena por Cornalvo
Distancia: 85 kms.
Fecha: 06 de Diciembre de 2013
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Crónica
La ruta de hoy concentró tantos alicientes que hubo que poner el cartel de
no hay billetes por overbooking.
27 eran las reservas hechas y
29 los asistentes, pues dos fueron en el coche del padre del
Saltarín, quienes nos esperaban en la
estación de Mérida cuando llegamos.
A las
ocho de la mañana no hacía el frío que cabría esperar para estas fechas. Cuando llegué ya había un grupillo respetable de tréboles, aguardando el embarque.
Paquete nos alerta que hay que pasar al otro andén para subir, cruzando las vías del ferrocarril. Allí esperábamos la llegada del tren, no sin antes el
Sr. de los Anillos indicarnos algunas normas a respetar o en caso contrario iba a hacer compañía a
Bárcenas. Todas las ruedas delanteras fueron desmontadas y así iniciamos nuestro ascenso a los vagones. En
Calabazonia, los indios (
Sioux y
Comanche) se nos unieron. Por las ventanillas del tren veíamos el paisaje nítido, alumbrado por un sol radiante y no como la experiencia anterior, donde no veíamos ni un panizo.
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Faltaban las cartas |
Llegados a la
estación del ferrocarril de Mérida, nos esperaban como ya he dicho, el
Saltarín y
David –
creo que se llama-, un habitual en rutas foráneas. Allí, tengo que reconocer mi adicción cafeinómana, me pedí uno que no pude saborear como a uno le hubiera gustado. Mientras el
Presi buscaba mostradores para cambiar un kilo de monedas, que no es lo mismo que un kilo en monedas,
¡ya le hubiera gustado! Foto de rigor y búsqueda de caminos/carreteras en dirección a
Proserpina.
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Medio tren de ruedas |
El día diáfano nos ayuda a descubrir la ruta que no vimos por la niebla. Siguiendo el
carril-bici, vi un
cartel curiosísimo:"Peligros en general". La cuestión es que uno lo puede interpretar como quiera: lo mismo hay un socavón, que arenilla, que una zanja, pero claro también puede haber leones sueltos o vampiros diurnos,
¡qué sé yo! ¿No se puede particularizar? ¿o es que esto es cosa de los recortes? Porque claro, ese cartel sirve
pa tó.
Bordeamos
Proserpina y nos dirigimos hacia
Cornalvo.
La Bestia, decía si habíamos pasado la otra vez, pues había mucho asfalto. Poco antes de llegar a la presa, hay una cierta confusión, un grupo por un lado y otro por otro. Realmente lo suyo era haber llegado al embalse romano y haberle dado la vuelta para enganchar con el itinerario previsto, pero ya a esas alturas como que nos empezábamos a dar cuenta que íbamos a llegar más tarde de lo previsto. Mientras íbamos debatiendo sobre el apodo que le poníamos a
Edward, el dominicano, el último en unirse a la gran familia treboliana. Hay algunos en mente, pero
aun no ha sido concretado.
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Ostiaca de Agapornis... ¿ke ha pasao? |
En
Cornalvo, junto al agua,
Agapornis sufre una caída que nos hace detener durante un rato y de paso, asistimos a un espectáculo inigualable, el que nos ofreció
el hombre que susurraba a los cochinos. Una piara inmensa obedecía las órdenes del hombre sin rechistar, mientras los gorrinos se rebozaban en un cálido baño de barro. En ese momento, decidimos que la peña iba a pagar al
Presi un curso de formación consistente en el arte del acarreo de la piara, para ponerlo en práctica en nuestras salidas dominicales,
¡qué sutileza!
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Bricomanía |
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Arts Attack |
Poco a poco el camino se iba completando y había disensiones en dónde hacer una buena parada. Más adelante y a la sombra de un alcornocal, nos detuvimos y cada uno sacó su pitanza. Poco antes el
Presi, preguntó
¿cuándo paramos para comer en condiciones? A lo que respondió
Carlosbiker: coño,
¿qué te has traído en la mochila? ¿una tortilla de patatas? Después del paréntesis, y al coger mi bici, me di cuenta que la rueda delantera había pinchado. Cuando fui a recoger la cámara, no tenía y por supuesto bomba tampoco. Menos mal que
Juan III me ofreció la suya y
Pacorretales la bomba. Después de esto el diagnóstico es claro:
soy un dominguero.
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Una dehesa espectacular llena de cerdos (los del primer plano ehhh???) |
La subida al
Cuadradillo nos esperaba, subida que conocemos bien gracias a nuestros amigos amalienses, pues con ellos hemos compartido más de una vez, camino y polvo. Dirección
Santa Amalia y con
60 kilómetros a nuestras espaldas, veía a la gente muy entera y a buen ritmo, mientras uno mantenía el suyo, contemplando a cierta distancia las siluetas de mis compañeros. En la travesía iba con
Martillo Pilón, Induráin y
Juan Imedio, que se percató del infortunio de la
rotura de su cuadro de aluminio,
¡qué putada!, ya no se le olvidó en el resto de la ruta. Lógico.
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El hombre que los susurraba |
Para llegar a Medellín, no nos caldeamos, seguimos por la carretera y el ritmo
medio-alto. Joder, no sé si
Cálaman repartió entre el pelotón la pócima verde que llevaba y a mí no me dio. Pero vamos por la pinta, eso tenía que ser uranio empobrecido o criptonita, por lo menos.
Parada en el puente sobre el Guadiana en Medellín y allí, al solito nos empiezan a crecer los temores por el
camino de piedrecillas que nos espera. He visto allí
más víctimas que en la defensa de Numancia.
Ese camino
es peor que las torturas de la Inquisición. En distancia, no sé cuánto habrá
¿4 ó 5 kilómetros?, pero qué calvario.
La Bestia y
Paquete, hacía un rato que nos habían abandonado, pues para las tres estaba claro que no íbamos a estar en casa. El pelotón, se estira y estira, y estira y vuelve a estirar. Cuando acabó el camino, me dolían las cervicales, y
aún faltaban varios compañeros por llegar. Al parecer, al inicio del camino había un puesto que repartía
calambres y más de uno se compró unos cuantos. De ahí a
Villanueva fue todo un vía crucis para algunos tréboles. Por supuesto, cansados todos, pues al final fueron
OCHENTA Y CINCO kilómetros los que nos metimos entre pecho y espalda.
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Comiendo bellotas |
El Presi, tenía calambres para dar y regalar y, en esto que aparece la figura maligna del
Componedor y que le conmina al estiramiento de los miembros inferiores. Bueno, pues en uno de esos, soltó una
clave de sol que se escuchó en las
Vegas Altas, La Serena y algo de La Siberia, y eso que supuestamente era la pierna buena. Y el resto que le acompañábamos, soltamos una carcajada en solidaridad con el dolor de nuestro querido
Presi. Así se lo pagamos, a él que es nuestro guía.
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La bici de Juan Imedio (R.I.P) |
Calambres, calambres y más calambres, pinchazos y demás. Llegamos a las
15:30. Y allí esperábamos
Garçon, Pacorretales, Imedio y
El Gurú, a que llegaran los demás que habían cogido la
Vía Verde. Por fin nuestro
Presi acude y
Tricolor, que luego y tras un pinchazo le acompañamos andando los últimos 200 metros.
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El Presi cazó un conejo |
Jornada épica y para recordar. Demasiadas incidencias y cansancio generalizado.
En mi caso, ducha rápida, pues los pies los tenía mojados desde hacía unos cuantos kilómetros.
Pues nada, correliebres, que los chinatos del camino nos respeten algún día. Y como decía aquél: más vale cochino en mochila, que no suelto.
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