24 de abril de 2013

Ruta Mozárabe 2013: ¡Viva la República!



Fecha: 14 de abril de 2013
Distancia: 80 kms.
Media: 20 km/h
Recorrido: Mozárabe (Cabeza del Buey-Villanueva de la Serena)
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Crónica
La previa de la Mozárabe había sido de preparativos e intendencia (furgón para carga de bicicletas y pasaje en tren para 27 -al final fuimos 18-) y el gran día llegó. A las ocho en punto ya estaba Luis (Taller de Joyería Quintana) en la estación del tren, al cual agradecemos enormemente su desinteresada ayuda, y unos pocos tréboles a la espera de cargar las burras. Al momento, ya estaba todo el mundo con su bici arriba, así que nos acercamos al andén para esperar nuestro vagón de Renfe.


Foto de rigor y continúa la espera, hoy lo hemos hecho bien. Todos juntos, a buena hora, cuando alguien –ahora mismo no recuerdo quien- me alerta que falta el Gallego. Hostias!!!! Y sin haber subido la burra, pues el furgón ya se había marchado. Al momento, se presenta con su mujer subido en el coche y con la burra en el maletero. Al parecer algún problema gastrointestinal provocó el retraso y es que la ingesta el día anterior de ciertas legumbres no son de lo más aconsejable. Por fin, todos juntitos subimos al tren.



Al paso por La Coronada, Luis recogerá al Coronel y nos esperará en la estación de Cabeza del Buey. El viaje se hace ameno, al menos para nosotros, seguro que si preguntamos a los demás viajeros que compartieron vagón destino al este, no opinarán igual que nosotros, pues sus caras de estreñíos cambiaron cuando nos vieron desfilar en Cabeza y abandonar el compartimento. Fue para ellos como una liberación.

Al bajar, los problemas de vejiga recorren por nuestras filas, pues funcionamos como el perro de Pávlov, vemos un váter y nos lanzamos en picado. Allí el Coronel y Luis, habían tenido la deferencia de bajar las dieciocho burras y empezamos a pedalear.






Ochenta kms. por delante y un día espléndido, en cuanto a lo climatológico. Enseguida vimos la estela del Castillo de Almorchón, una fortaleza del siglo XIV, encaramado en un crestón de imponente prestancia y que se edificó para consolidar el territorio reconquistado a los musulmanes.
Poco después, cruzamos el parque poblado de olmos centenarios, que envuelve a la ermita de Belén, templo fundado por la Orden del Temple en el siglo XIII, aunque renovado con trazas ya del estilo Barroco, es un oasis dentro del secarral y que al parecer, el año pasado se convirtió en agua bendita la fuente que en sus inmediaciones hay. De ahí, buscando cancelas abiertas y cerradas, vamos ascendiendo y bordeando la Sierra de Benquerencia para pasar a su lado sur, la orientación es hacia Malpartida de la Serena y Puerto Hurraco.

Es evidente la subida constante que vamos haciendo, suave pero sostenida. Y de tal forma, nos proponemos encarar la subida a Benquerencia de la Serena. Es como cuando un torero se enfrenta al morlaco para asestarle el estoque de muerte, y así lo hacemos nosotros, no este camino no es, no este tampoco, ¡coño, a que llegamos a Castuera, sin subir!, espetó alguno, ya inquieto. Pero no, al final encontramos el camino salteado de florecillas que dejaban el aroma de la manzanilla.



Tuve que tomar tierra antes de ascender para cambiar manualmente a plato pequeño. Las rampas son de aúpa y en el furgón vamos El Gallego, Pacorretales, el Sr. de los Anillos y el Gurú, con Carlosbiker y El Cardenal, por delante el resto ya dominando el crestón del pueblo.





Así y con más de un resoplío nos encaramamos a más de 600 mts. de altitud, junto al Castillo de Benquerencia, un lugar para disfrutar de una enorme visión de La Serena en sus cuatro puntos cardinales (Villanueva, Magacela, Orellana, Malpartida, Castuera, Cabeza del Buey…), impresionante. La fundación de este castillo la sitúan allá por el siglo IX, por tanto los musulmanes pusieron las primeras piedras, conservando algunos vestigios de la época (el aljibe por ejemplo), aunque las remodelaciones posteriores son de época cristiana, con puertas orientadas a los diferentes puntos geográficos.





Tan ensimismados nos encontrábamos, que fue Martillo Pilón quien nos despertó con el grito más motivante que un ciclista puede escuchar: ¡Vengaaaaa que se calienta la cerveza! Así bajamos por una empinadísima cuesta, poblada de vegetación que no te dejaba ver el suelo, con el consiguiente peligro para nuestros bodys. Me adelanté junto con Martillo Pilón, Juan III y el Janter al descenso, donde Martillo perdió dos dientes… de la corona grande; un pedruscón se los arrebató en el último tramo. Una vez reagrupados, hay un cierto desconcierto, la mayoría seguimos bordeando la sierra y la minoría junto a las placas solares y el campo de concentración. Este campo de concentración, en Castuera, situado junto al cementerio, se empezó a construir en 1938 tras la caída en manos nacionales de toda la comarca de La Serena, que permaneció fiel a la República hasta julio del citado año. Al fondo, veíamos una manifestación de partidarios del sistema republicano, una república que fue instaurada en España, el 14 de abril de 1931. Los resultados de las elecciones municipales celebradas dos días antes, arrojaron una mayoría de partidos republicanos, lo cual provocó la marcha del rey Alfonso XIII al exilio. En el art. 1º de la Constitución que se aprobó para regular el marco legislativo de la misma decía: España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia. Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo.








Llegados a Castuera, convertida en capital del gobierno civil durante la Guerra del 36, nos detuvimos a refrigerarnos, aunque mal le sentó que pidiéramos el llenado de bidones al dueño del bar de turno, sobre todo la tomó con Carlosbiker que oficiando de aguador, le entraría un escalofrío al verle aparecer con tres bidones.

Reagrupados en la rotonda del avión que voló, nos dirigimos hacia Campanario, subiendo progresivamente la cuesta –no me acuerdo cómo se llama y eso que me lo dijo Carlosbiker-, y atravesando un riachuelo bajo el puente metálico del ferrocarril, cada uno a su estilo: cruzándolo, intentándolo y andando.



Antes de llegar a Campanario, en estos subes y bajas, me pasa Tornibiker como un ciclón, dándome una ducha rápida en mi impoluto –hasta entonces- maillot. Ya me tomaré la ofensa como merece: le obligaré a escribir la crónica siguiente. Llegamos a Campanario y hay algunas dudas por dónde tirar, al final lo haremos por El Pairón y La Mata, con esas cuestas que ya cuestan con más de sesenta kms. en las piernas y el sol en todo lo alto.

Parada técnica en La Mata y dirección a Magacela, donde la pareja de bestiajos suben en un bucle de fuerza descomunal y dejándonos a los demás en dirección a la tan ansiada cerveza servida en jarra helada. El pelotón está muy estirado y así alcanzamos (todos) la sombra de la terraza del garito, que nos recibe con una exquisitez de no sé qué néctar de color amarillo y viandas choriceras-calmareras-etcétera… Bueno, pues otro reto superado. Sin pinchazos, averías, ni incidencias destacables.






NOTA:
Felicidades en las filas treboleras por partida doble, Lalex que pasa a compartir nueva vida marital, motivo por el cual vimos a Haykesperarle convertido en cuñao de pro a las ocho de la mañana vestido de traje en busca del café reparador y a Caballito, el cual en su prolífico trabajo de procrear ha aumentado esta semana la familia.

Por otro lado, la crónica se la dedico a Induráin, espero que se recupere definitivamente y se lance de nuevo a este arriesgado mundo de cronicrear.

Agur correliebres, y que la Mozárabe nos sea dichosa.

2 comentarios:

  1. Señores, ¡ojo a los indecisos! Plazo para la inscripción: a las ONCE DE LA MAÑANA DEL SÁBADO. A esa hora me voy a sacar los billetes con el descuento aplicado al grupo. El que se decida a partir de ahí tendrá que pagar el billete íntegro.
    Saludos.
    Creo que ya vamos por 14 inscritos.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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