De cremitas y quemaduras

Fecha: 17 de junio de 2012
Distancia: 60 kms.
Ruta: Los 2 Castillos
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Crónica de la ruta
Justamente antes de salir de casa, escucho la voz de la conciencia, que me dice: “no olvides echarte la cremita factor 50”, así que obediente y sumiso, cojo el botecillo y me pongo a la faena, pero como veo que han pasado de las nueve, pues no me lo distribuyo homogéneamente, sino a base de pegotones por encima de mis ojos, cara, brazos y demás partes del body. Así que más blanco que copito de nieve, me dirijo al lugar de reunión de la familia trébol.

Presentación de la nueva burra de Cálaman... ¿otraaaaaa...?...¿y la TREK???...

Hoy vamos a hacer la ruta de los dos castillos, una ruta que hace ya casi año y medio que no la hacíamos, así que mis compañeros andan pero que mu despistaos de hacia dónde hay que tirar. El Sr. de los Anillos, va directamente hacia Magacela, ¿pa qué dar vueltas?, pero le recuerdo que hay que ir antes por La Haba. El sol comienza a apretar desde el inicio, así que empezamos a sudar muy pronto.

A ritmo ligero, atravesamos el pueblo de La Haba, que a esas horas huele a cafelito y tostaítas, dan ganas de pararse y ser apadrinado por alguna familia caritativa. Vamos a poner en marcha un programa titulado “siente un biker a su mesa…” y nosotros encantados. El sudorcillo empieza ya a aparecer, y con el embadurnamiento de cremita que llevo, me empieza a escocer el ojo derecho y a ponerse colorao, al estilo de Plancton. Mientras, voy departiendo con Agapornis, que indaga sobre mi estilo libre con bicicleta en aguas abiertas; le explico que eso no es difícil, tan sólo dejarse llevar.

A la altura de la entrada a la finca de “El Montecillo”, el escozor del ojo va in crescendo, así que decido verter parte de mi bidón, sobre el ojo-escocido. Micromachine, nos ha dado caza y forma parte del pelotón, él que viene de Don Benito, llega con retraso habitual, es como el tren Barcelona-Badajoz que pasa por Villanueva. Al llegar a la carreterita de La Antigua, viramos a izquierda en busca de la carretera de Quintana, o lo que era la carretera de Quintana o la que será la carretera de Quintana, ¿quién sabe cuando? Anda que los de Quintana entre el cierre de urgencias, la carretera y no sé cuantas cosas más, se están convirtiendo en la pequeña Grecia.

Nos dirigimos así hacia Magacela, a buen ritmo, siempre con El Coronel y La Bestia de abanderaos en la procesión ciclista, enfilando de tal forma la subida que hay por detrás del castillo, con subida sostenida y algo pedregosa. La serpiente se estira y los que van con más forma, estiran aún más el pelotón. Yo me agarro a la rueda de Carlosbiker, el cual me somete a una conversación, en la cual me empieza a faltar el aire pa responderle, así que al llegar al pueblo, tengo que tomar un poco de oxígeno: ¡lástima que la botella me la olvidé también! –de oxígeno, se entiende-. Emprendo así la cuesta hacia el castillo, donde ya espera la mayor parte del grupo, que han parao allí, porque ya no hay más risco que subir. Las vistas deben ser espectaculares, lo digo porque mi ojo, me llora más de la cuenta y a estas alturas tiene que tener el mismo aspecto que el culo de un mandril. Así que les digo a mis compañeros, que me voy directo al pilón para quitarme la dichosa cremita. Néstor, un trébol de nuevo cuño, al que hoy le hemos bautizao como “Manostijeras”, me enseña las quemaduras de hoy. Dicen que en el término medio está la virtud.

Bajo junto a La Bestia y El Coronel, pero hay un momento en que ellos tiran a izquierda y yo sigo adelante, teniendo ahora de compañero a Dejanter, con quien llegaré al pilón para lavarme la cara y mojarme la testa, cosa que harán el resto. El grupo está partido en dos: los del pilón y los de la entrada del camino, que ya esperan. Allí decidimos inmortalizarnos y en eso que un ciclista parte el pelotón para enfilar la cuesta empedrada, teniendo que poner los pies en el suelo, ante la mirada socarrona de más de uno.

Seguimos dirección Villanueva a ritmo endemoniao, Dejanter nos abandona entonces pues hacía tiempo que no cogía la burra y no quiere forzar. Nosotros hacia el cementerio y cruce de la carretera de Campanario y después el Canal. Al llegar a éste, le pido a Induráin que tome una retrospectiva de un rincón para engalanar la sección de nuestro blog: "¡MENUDO MOJÓN!".

Dentro de un chalé, una escultura con pinta de Atenea, tocada con una especie de barretina, y en su mano derecha una Victoria alada, en la otra mano, una lanza y parte de ella pintada con un dorao que duele a la vista. ¡Casi ná! Pa ponerse a mear y no echar gota.

Canal palante, camino de la Junta, donde saludamos a los hortelanos al "estilo Migué": chaaaaaaaaaaaaacho, eeeeeeeeeeeeeeh, aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaamos,… y un sinfín de saludos originales. Enfilamos bordeando el cerro de hormigones Cerezo y bajamos hacia el puente viejo del Guadiana, donde Imedio gana, lo que alguno de algún chabolo perdiera, ¡ay onde estará mi medallita!, estará diciendo el payo. Los tres animalitos que hoy llevamos (La Bestia, El Coronel y Cálaman), deciden subir el Cerro de los Acebuches o Acehúches o del Aceuchal, pues de las tres formas se puede decir y el resto hacia el Castillo de Castilnovo o Encomienda, pues de las dos formas se puede decir. Alguno que otro es reacio, pero como la puerta está abierta de par en par, pues por ahí nos colamos. La subida apenas tiene dificultad, pero la gracia está en llegar. Al momento nos recibe el guardés y el hijo del guardés, que nos invitan a marcharnos y nosotros obedientes lo haremos, pero con el objetivo cumplido, como Neil Armstrong.

Para la vuelta hay prisas, así que el ritmo se acelera y el calor ya es casi insoportable. La conclusión es que pal veranito las rutas deben ser más cortas, sino no hay cerveza.

Bueno, correliebres, esto es todo por hoy y que las cremitas atenúen nuestras quemaduras. Se llaman aftersun y se encuentran en tiendas especializadas y en todo tipo de tiendas, también en gasolineras junto a los grandes éxitos del Fary, Camela y la recopilación de chistes de Arévalo.  


Escrito por El Gurú