17 de junio de 2015

Me duele el culo y se má dormío…




  
Ruta: Camino de Magacela-La Haba-Doña Blanca-Trialeras del Ortigas
Distancia: 40 Kms.
Fecha: 14 de junio de 2015

Crónica
            Casi dos meses sin montar en bicicleta y ya estaba deseando subirme a una burra junto a los tréboles. Mañana perfecta pa quedarse en la cama, pero como cada domingo, una fuerza sobrenatural nos arrebata de las sábanas y nos arrastra hasta la estación del ferrocarril. Hay algo en nuestro cerebelo que no funciona bien, eso está claro, pero ya no por nuestras actitudes –que también- sino por nuestras conversaciones. Es lo que se ha venido a llamar el surrururalismo dominguero.

            Nos juntamos 23, que no son pocos, me parece que igual que apóstoles en la última cena de la secta de los trebolianos. Un número mágico, como el de Jordan. Enfilamos hacia Magacela –después de haber vuelto a casa por los bidones- y nos encomendamos a la  voluntad de Martillo Pilón, le dejamos hacer, es nuestro guía, nuestro führer, el duce de los tréboles, el inconsciente que nos señala el camino y al cual seguimos sin rechistar.
            Cuando íbamos a subir la primera de las cuestas que hay antes de llegar a Magacela, nos desviamos hacia la derecha y atravesamos el olivar. Primer mosqueo. ¿Adónde nos llevará? Al poco, lo descubrimos: la cuesta de Amalio o la cuesta del Codo, un nuevo nombre que descubro. Los primeros metros me sirven para que me adelanten y de paso hago un repaso a los familiares de Teles en segundas y terceras generaciones que le anteceden. El primer zasca, para empezar a desentumecer músculo. Me lo tomo con calma, pues mi colmillo retorcío así me lo indica e incluso alguno dejo un poco atrás. El resuello lo tomo cuando culmino, no me echo un cigarro porque lo he dejado, sino me lo echo.
            Reagrupamiento general, cuando Teles me vuelve a decir que al poco vamos a subir otra cuesta. Y me mira a mí. Gracias, Teles: yo también te quiero. Miro al reloj y son las diez y poco y mi pensamiento me traslada a la cocina de mi casa y empiezo a imaginar el olor a las tostaítas. Todo para digerir mejor la segunda cuesta, no vaya a ser que se me atragante. El caso es que la he pasado medianamente bien (entiéndase para lo que soy yo, que a diferencia de Nairo Quintana no crecí en el altiplano, ¡claro, así cualquiera!, lo nuestro tiene más mérito, vivir a 300 metros sobre el nivel del mar, que cuando subes de los 500, ya te falta el oxígeno).
            Terreno de sube y baja y pelotón más estirao que el Duque de Edimburgo. Quedamos, eso sí, a comer (algunos ya habían empezado) en Doña Blanca. Aparcamos bicicletas y en tol medio de la polvera junto a unos canchales decidimos sacar las viandas. Comprobé que después de casi dos horas, nadie había sacado el tema futbolero y decidí dar el paso. Un par de zascas y enseguida el trapo sirvió para animar el cotarro. Por supuesto mezclamos fútbol y política para no reconocer la supremacía blaugrana.
            Teles El intrépido, nos lleva por las trialeras, aunque cinco desertores decidimos no seguir en esta obnulación; Sioux y Sedas por delante, y luego Juan Imedio, Carlosbiker y el Gurú por detrás, con una conversación bastante animada. Al llegar al Ortigas nos detenemos. Llamo vía móvil al Presi, pero no me lo coge. Llamo a Teles y me dice que están en ello. A lo lejos se oyen los graznidos de un grupo de tréboles que a esas horas se están jartando de pasto y quién sabe si de garrapatas. Cuando salen de la maleza, aparecen como unos Rambos cualquiera y resoplando de haber escapado del laberinto.
            Tomamos dirección La Haba y avivamos el ritmo. Para no ir directamente a la City, se escoge un camino hacia Don Benito, sin llegar. A esas alturas, a alguno le duele el culo y se le ha adormecido el duodeno, según sus propias palabras. Jarrrllll, pecador de la pradera.
            Tengo que decir que hoy nos acompañan tres o cuatro yogurines que vienen a completar la plantilla treboliana y que se convierten en el futuro de la peña. Eso está bien. A un par de ellos los damos caza a la subida de los depósitos hasta alcanzar el Burguer King. Decidimos acercarnos a la plaza e inmortalizar la mañana.
            Después un par de cervezas en el Cervantes, cervezas hoy multitudinarias, pues 14 ó 15 tomamos la terraza del templo treboliano. Allí nos valió para emplazarnos en una asamblea definitiva y seguir con nuestro peculiar humor.

            Agur correliebres y que los culos y miembros se despierten a tiempo.

Cronista: Gurú

No hay comentarios:

Publicar un comentario