Bueno pues aquí comento mi odisea particular y la comparto
con mi querida peña. Para poneros en escena os digo que dos semanas antes de la
ultramaratón pillé un gripazo del quince, el cual no me abandonaría por
completo hasta cuatro días antes de la prueba, con lo cual no voy ni física ni
psíquicamente preparado.
Llega el día y muchos nervios, y en la salida estamos 4 tréboles,
mi compañero (Antonio La Bestia) y yo (Samuel Siux), y deseándonos suerte
Juan III y Jacinto The Janter que ellos tomarían salida en la maratón.
Suena el pitido de salida a pedalear, ya sólo nos separa de
la meta 136 kilómetros con unos 2.500 de desnivel, en mi mente sólo hay una
hora, pasar por la segunda subida a Montánchez (km 60) antes de las 12:30, hora
que la guardia civil no permitirá seguir en carrera.
Los primeros kilómetros son de pisteo rápidos y muy bonitos,
bajamos por una trialera a toda pastilla hasta el río Búrdalo, que sólo tenía
dos dedos de agua, no como el año pasado que podías pasar con un yate por
él. Ya llevamos 10 kms. y siguen cayendo
rápidamente, pasamos Almoharín y entre pistas y callejas tomamos camino a
Valdemorales. Aquí el primer escollo del día, la cuesta de hormigón (el
reventón) que te quita el sentido y todo el frío que llevases en el cuerpo,
subida la cuesta primer avituallamiento y se separan las rutas de ultramaratón
y maratón.
Muy a mi pesar tomo dirección a la ultramaratón, aquí el
camino no está señalizado y dependemos de mi GPS y mi intuición como indio
explorador, y en la primera bifurcación
la primera en la frente nos confundimos de camino, después de unas risas
y riñas tomamos el camino bueno, pero
esta no será la única confusión.
Ya vamos por el kilómetro 21 y salimos a pistas abiertas
hacia Arroyomolinos donde en teoría durante 20 kilómetros se debería rodar
rápido, ya que no hay mucho desnivel, pero aparece bastante viento de cara que
nos machaca y hace más dura la prueba de lo que ya es por si sola.
Llegamos a Arroyomolinos un grupete de ciclistas, ya que
habiéndonos perdido otra vez, La Bestia y yo decidimos adosarnos a este grupo y
que nos guiasen ellos hasta la subida de Montánchez, que esa zona ya me la
conocía yo mejor. Primera subida a Montánchez más de 5 kilómetros de vereda
romana, con mucho desnivel y un suelo con hierba y piedras que te obligaban a
tirar de riñones todo el tiempo. Aquí mi compi y yo ponemos nuestro ritmo y
dejamos atrás a nuestro grupo. Subimos a Montánchez, el cual nos recibe con
una calle del 20% de desnivel, y seguimos subiendo hasta un precioso castañar donde
culmina la primera subida. Ahora bajada, bajada dura y muy técnica de unos 4 kilómetros
donde mis temores se hacen realidad, los temidos calambres. Me dan y ya me
acompañarían parte de la ruta.
Volvemos a encarar la segunda subida a Montánchez, la de las
antenas, menos técnica pero igual de dura, la cual tras muchos dolores la
culmino, siempre con la ayuda y ánimos de mi compañero. Vemos la hora y son las
12, vamos con media hora de antelación respecto la hora de corte impuesta por
la guardia civil. Bajamos por la carretera y llaneamos por caminos en muy buen
estado, pero por mi cabeza sólo planea una idea: el abandono.
Voy muerto sobre la bici cualquier repecho se me hace un
puerto de pendiente insuperable, y sólo continuo para llevar a mi compañero
donde se vuelve a unir la ultramaratón con la maratón y entonces ya no me
necesitaría porque la ruta vuelve a estar señalizada. En un avituallamiento en
el kilómetro 75 le comento a Antonio lo que tengo en mente y palabras textuales
suyas “deja de decir tonterías, tu llegas a meta aunque te tenga que dar de hostias hasta ella” con estas palabras de ánimo decido seguir y ya con el camino
señalizado encaramos parte de la subida a la Bola. Subo como puedo y luego
bajadas por trialeras donde mis piernas no descansan.
Con todo a favor volamos hasta Puerto de Santa Cruz, último
avituallamiento y ya nos queda poco más de 20 kilómetros. Desde hace mucho que
vamos Antonio y yo solos, le digo que voy fundido. Mi compañero con toda su
amabilidad y cariño me sigue “animando” pero no doy más, estos últimos kilómetros
no los puedo describir, porque iba ya muerto, lo que si os puedo describir es
la potencia de mi bici, porque me harté de mirarla. Sé que pasamos por
Villamesías y que cada repecho metía el molinillo para subir. Ya solo me
animaba mirar el cuentakilómetros que me ponía los kilómetros que me iban
quedando 15…10…5..1!
¡Ya está! Aquí se me acabaron todos los males, esa sensación
de encarar la línea de meta, escuchar los gritos de ánimo (entre ellos los de
mi mujer y Juan III, que se había quedado para vernos llegar, con su mujer e
hija) es indescriptible y te hace olvidar todo lo sufrido.
Como mención especial decir que los tréboles que participaron
en la maratón, Juan III, The Janter y Paquete, lo hicieron en un tiempazo y
dejaron su nota de color. Y al resto del grupo que se marcaron un etapón
Mérida-Villanueva y que los llevé siempre en la cabeza.
Adiós chicos y nos vemos en la siguiente.
Cronista: Samuel
Qué crónica más buena Samu. Tu victoria ha sido triple: ultramaratón, gripe y antibióticos (se de lo que hablas). Sólo los valientes afrontan estos retos y los culminan. Mi enhorabuena a todos los tréboles participantes en esta prueba, sois unos TITANES.
ResponderEliminarComanchez
SAMU TE HAS SALIDO . FELICIDADES A TODOS LOS MARATORIANOS, ULTRAMARATORIANOS Y RUTEROS DE MERIDA .CADA UNO HIZO SU GESTA .
ResponderEliminarBonita crónica Samu, leyéndola he sufrido como si estuviera allí, pues por experiencia se lo que es eso, mi enhorabuena a todos los tréboles participantes.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy buena crónica Samuel, la verdad es que al leerla me parecía estar allí con vosotros dando ánimos y en todo momento he sabido como lo habéis pasado mi más sincera henorabuena
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar