10 de diciembre de 2014

Qué bonita tiene que ser la Sierra de Utrera




Ruta: Sierra de Utrera (salida y llegada a Guareña)
Distancia : 52kms.
Fecha : 06 de diciembre de 2014

Crónica
            Era la última de las seis rutas fuera de Villanueva propuesta mayoritaria que fuera aceptada por la peña. Nuestro compañero El Guareñés ejercía de anfitrión y no se podía fallar, a pesar de las dudas que tenía quedaron resueltas la tarde anterior. Voy, aunque tenga que volver a toda prisa, pues los compromisos personales me reclamaban.


            Salimos Juan Imedio y el que escribe en busca de Guareña y sus indómitas sierras. No se veía un panizo, más allá de veinte o treinta metros estaba la nada, el abismo y el caos, lo desconocido en definitiva. Vamos que no sabíamos lo que nos íbamos a encontrar en el más allá. Y tanto fue así que nos trasladamos hasta la piscina de Guareña, que más parece un búnker de la II Guerra Mundial y allí lo que había eran unas cuadrillas de escopeteros madrugadores y nada de tréboles. Así que teléfono al ristre y llamada a nuestro Presi: - Veniros pacá, al pabellón… y coño, si nos costó llegar entre laberintos de naves y la espesa y densa niebla guareñesa.

            Allí estaban los tréboles arrecíos: el Presi, Sedas, Guareñés, Pacorretales, Saltarín, Sioux, Martillo Pilón y Rafa, creo que no se me queda nadie atrás, en total una decena, dispuestos a pasar frío y lo que hiciera falta. Guareñés, nos va diciendo por dónde vamos, que si la Lagunilla, el Olivar, los patos,… pero vamos, hoy es más cuestión de fe y es que la sierra de Utrera tiene que ser mu bonita.

            La ruta es de sube y baja constante, y ya se nos avisa que nos olvidemos de las penillanuras serenianas, que no nos podemos relajar. Una ingente montería vemos a lo lejos, caravana de coches sedientos de animalillos inofensivos. Pedazo de cuesta y búsqueda para internarnos en lo más profundo de la sierra. Hay una inclinación tremenda que hace detenerme y subirla jadeando junto a mi burra. Esto no ha hecho más que empezar.

            Abandonamos una amplísima senda, estupenda y grande para internarnos en mitad del bosque sobre una vereda minúscula con múltiples saltos para quedarnos allí los dientes del plato y los propios. Filas de a uno, y mirando por si algún oso pardo nos sale de entre la maleza. Salida de nuevo a otro camino espectacular y de nuevo abandonamos  el mismo para otra vez adentrarnos en otra vereda si cabe más estrecha. Ya son ganas de castigarnos, pensaba yo y de vez en cuando me acordaba de mi sofá, mis pantuflas y mi cafelito con tostadas que era lo que debía estar haciendo a eso de las diez de la mañana y no tragando salpicones de barro y pasando frío como un perrillo chico.

            Llegamos a un alto –el refugio- donde teníamos que repostar. Mientras, unos grupos de niscaleros se posicionan para la búsqueda matinal. Foto correspondiente y de nuevo a los andurriales. Ligera bajada para inmediatamente subir y luego volver a bajar  para después subir hasta el mal llamado castillo de La Pajosa. Único momento del día donde se aclara la mañana y podemos disfrutar en parte de tan estupendo paisaje. Reflexiones en voz alta y comentarios sobre lo andado.

            Ahora volvemos hacia abajo y luego parriba, en fin, a estas alturas ya he perdido la cuenta y lo mismo nos da norte que sur o venga que vamos. Lo único que sé es que cuando salimos a la cancela que indica la subida a la Pajosa nos detuvimos allí, donde El Saltarín tuvo que tomar re-animator, pues iba notando la falta de costumbre en el pedaleo y de ahí hasta Manchita y luego Guareña, pues se puede decir que no lo pasó bien del todo.
            La niebla se hacía cada vez más pesada y volvíamos por el territorio de Invernalia. Charcos de dos metros de profundidad que había que vadear como pudiéramos, toros de más de 700 kilos que nos miraban curiosos y se preguntaban ¿qué hacen estos pájaros por aquí?, de esta forma llegamos a Manchita y cuando cogimos ya camino de Guareña, una peazo cuesta nos da la malvenida. Cómo costaba subir ya tan empinado camino!! Niebla-niebla y más niebla y cada vez más cerrada. Me quedo pedaleando con Pacorretales y veníamos preguntándonos dónde se habían llevado a Guareña. Por fin, llegamos al pinar que se encuentra cercano al pabellón donde habíamos dejado los coches.


            Hubo que subir las burras embarradas, pues ya era la una y algo y había que salir escopeteado entre la niebla.Bueno, lo dicho: ¡qué bonita debe ser la Sierra de Utrera! Agur correliebres, y que la niebla no os impida ver a los osos pardos corriendo tras de vosotros.

Cronista: Gurú

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