Ruta: La Serena (La Coronada-Campanario-Magacela)
Distancia: 53 kms
Fecha: 22 de junio de 2014
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Crónica
Domingo de normalidad tras un par de semana poniendo los neumáticos fuera de Villanueva. El día aparecía entre nublados, lo cual ofrecía una buena temperatura para darle a los pedales. Sobre unos quince tréboles nos reunimos para enfilar los anchos caminos hacia La Coronada.
Tornibiker ya traía de casa, un pinchazo sin arreglar, así que metiendo rueda en la fuente comprobó por donde perdía aire. Hay que meterle un leznazo, nuevo término acuñado por Cálaman, consistente en pinchar con una aguja junto al agujero del pinchazo y dejar una tira de caucho que va sellando el escape. Nueva tecnología aplicada a la bici. El caso es que no acababa aquello de cuajar, así que el grupo decide dejar a estas tres fieras (La Bestia, Cálaman y Tornibiker) en el sitio de la quedada, pues de todos es conocida su rodillo para atraparnos, así que el resto salimos hacia los caminos.
Hoy, el Presi, está caprichosillo y nos lleva por caminos en zig-zag, lo cual nos hace recorrer unos cuatro o cinco kilómetros más de lo que se tarda en llegar a la ciudad de los coroneles. Delante, Imedio, nos achucha con un ritmo que erosiona (la media de la ruta al final estará por encima de los 20 kms./hora). Tres cuervos en medio del camino reflexionan sobre la bajada del IRPF que propone Montoro. Ellos tampoco se lo creen. Llegamos a la laguna de La Coronada y bajo un sauce nos cobijamos en su sombra a esperar a los tres pros que dejamos en Villanueva. Como cualquier parada que dure más de un minuto, la aprovechamos para comer y contar chistes entre restos de botellón de la noche anterior.
Al fin aparecen nuestros tres compañeros y emprendemos reagrupados la marcha hacia Campanario. De vez en cuando nos asalta un tufillo ya conocido de Eau de Cochon, que nos obliga a apretar la marcha. De nuevo, siempre a la izquierda, los caminos nos conducen más allá de donde habitualmente salimos y venimos a parar a la altura del silo, más arriba de la laguna, y de nuevo parada para decidir si comemos allí o no. Y se decide que no. La siguiente parada se hará en La Mata. Así que caminos que se empinan y descienden, obligan al grupo a estirarse. En una de esas bajadas veo a R2D2 que se ha salido del camino y se ha metido en una cuneta sin percance para su integridad física. Como las cuestas son más altas y las bajadas más rápida el pelotón se ha fraccionado más que la lotería del Niño. Y así llegamos a La Mata, un edificio protohistórico de influencia orientalizante –seguramente Tartésica-, que junto con el de Cancho Roano es uno de los más septentrionales testimonios de esta civilización que desapareciera sin dejar huella y cuyo emplazamiento fundamental estuvo en la zona de Cádiz, con una relación mercantil con los pueblos del Mediterráneo oriental. La función del edificio está por determinar, quizá un palacio-santuario, pues la cuestión política y religiosa estaban muy relacionadas. En sus cercanías se encuentra una necrópolis y su emplazamiento está en una elevación del terreno.
El edificio del centro de interpretación nos sirve para nuestro refrigerio, donde echamos de menos a Loli, con quien en más de una ocasión nos tropezamos allí e incluso una mañana nos hizo una visita guiada. Foto de rigor y vuelta a los caminos. El grupo se estirará enormemente con grupillos de cuatro, de dos y de uno y apretando el paso llegamos al pilón de Magacela donde se celebrará el acto del bautismo a lo bestia.
El Presi con un bidón de agua, regará las cabezas inmaculadas y les pondrá sus apodos correspondientes (se demostró que el Presi no domina la nominación de tanto trébol), así que por allí desfilaron: Darth Biker, Tornibiker, R2D2, Jamilton, Pacorretales, Altrantán, El Afilaó,… era como un bautismo a lo Testigo de Jehová, aunque sin inmersión, los bautizos a lo bestia. Hala, ya estamos trebolizados!!!
Los kilómetros que separan Magacela de Villanueva se hacen a todo trapo. El Presi, Pacorretales y Gurú, formaron un trío que ni los Chunguitos y así llegamos a la city, habiéndonos apretao más que un pantalón de torero.
Paramos a echar un par de birras y discutir sobre el jamón del próximo fin de semana. Se nos unió al refrigerio Manostijeras, el cual nos lo cruzamos junto al Císter, cuando veníamos de Magacela. También pasó por allí Lobosolitario que estaba haciendo otros quehaceres.
Bueno correliebres, que las lonchas de jamón entren mejor que los mojitos en Varadero. Agur.
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