8 de febrero de 2014

El graznido del ganso en celo


Ruta: Medellín con subida al Quinto Cecilio
Distancia: 55 kms.
Fecha: 02 de febrero de 2014 
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Crónica
Una mañana de domingo se puede convertir en el disfrute de la naturaleza plena, donde una armonía artificial acompaña a la marcha del pelotón con sus chirriantes sonidos. Ésta es la historia de esa mañana y de otras cosas que acontecieron.





Estaba retozón el grupo y la gente tardaba en llegar. No sé si es porque nos hemos acostumbrado a esperar hasta las nueve y cuarto y eso enseguida se coge como norma. Vamos a tener que ser un poco germánicos a la hora de comenzar la ruta y el que quiera que se sume con posterioridad y le toque apretar el culo.

Es así como emprendimos camino de la vía verde y buscar los llanos caminos que conducen a Medellín, sin sobresalto alguno, aunque temiéndonos lo peor en el tramo de las piedrecillas castigadoras.



Íbamos hablando de todo un poco cuando se empieza a escuchar el graznido del ganso en celo. Coño, mu lejos no debe estar, pues se escucha muy cerca. Y tanto! Ese sonido sale de la bicicleta de Maikelnai y ya nos acompañará en los cincuenta kilómetros restantes. No sé si es época de celos, pero éste estaba loco por encontrar una hembra. Menudo calentón, entre la cadena, el eje y el pedaleo para atrás. Cualquiera sujetaba a la criatura.

Llegados a Consyber tiramos por la vereda entre los eucaliptos de la ribera, con unos socavones como para enterrar la caja B del Bárcenas. Bueno, pues ya dispuestos a enfrentarnos con tan temido tramo, y el caso es que no parece el que fuera, no sabemos si era por la lluvia, por los tractores, la cuestión es que aquello no es lo que era. Era un camino mondo y lirondo y no aquel que deja cadáveres cada vez que venimos de Medellín o de Mérida. Incluso nos planteamos la vuelta por el mismo sitio.

Como todo es llanear, decidimos subir por la cuesta empedrada de debajo de la loma del castillo. Allí, el Presi, que ha hecho horas extras, encabeza el pelotón y nos calienta más que un carajillo. Hoy, para variar, decidimos subir hasta el Quinto Cecilio, una cuesta más larga que la del castillo y nueva para algunos.



Nos estiramos cual culebrilla rastrera y alcanzamos la cima como Armstrong puso el pie en la Luna, aunque algunos dudan de ello y vemos unas banderas almidonadas que ya puede soplar un tifón, que no las van a mover ni un hilo.

Descanso para el bocado y la foto que inmortalice el ascenso y decidimos tirar para Mengabril. Con el consiguiente despiste, casi nos perdemos en tan magna urbe y no encontramos el camino que tantas veces hemos hecho en sentido contrario. Antes de cruzar la vía del ferrocarril, nuestro compañero Garçon se cae y sufrirá fractura en el brazo.

Como un campeón aguantará hasta Villanueva y después de otra caída en el camino de Las Cruces. Esperamos que pronto vuelvas al pelotón.



Dirección Don Benito, nos volvemos a reagrupar en la piedra pinchá en un palo y más o menos juntos llegamos a Villanueva. Algunos decidimos tomarnos unas birritas y como cada domingo ver pasar al jeep del pseudomilitar que nos pasa revista para ver si hemos terminado la ruta dominical.
Por supuesto no nos olvidemos del ganso en celo, que a estas alturas imagino habrá satisfecho sus ansias sexuales.

Agur, correliebres y que las piedras del camino os deje transitar sin caerse. Y a Garçon, ánimo que ya falta menos para la recuperación.

1 comentario:

  1. Soy Julián. Muchas gracias por los ánimos. Un saludo a todos y cuidadito en la ruta. Espero volver a unirme al pelotón lo antes posible. Agur, correliebres.

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