Fecha: 09 de junio de 2013
Distancia: 45 kms.
Recorrido: La Antigua-Minas del Lobo-Puente de la Pared-El Vergel
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Crónica de la ruta
A pesar de que nos llegó el cuarenta de mayo, había tréboles con la chaqueta térmica para abrigar sus cuerpos de media cintura para arriba, otros con la camiseta debajo del maillot y los menos con maillot y culotte veraniego… y hasta alguno con los calzones de cuello alto y es que a pesar del dicho, cualquiera quita las mantas de la cama.
Nuevas caras en la línea de salida y es que la cantera serona de los biciclistas es infinita. Con varias ausencias destacadas, el grupo se dirige hacia los caminos de La Haba donde el viento sopla en sentido opuesto a la marcha, lo que hace que el grupo se estire y haya que esperar para un primer reagrupamiento antes de circular por las calles jabeñas. Atravesamos la población y buscamos El Montecillo para llegar a las inmediaciones de La Antigua. Poco a poco, casi por inercia el ritmo va aumentando lo que hace que se formen grupillos en función de las ganas de apretar o marchar más cómodo. El olor a caca de oveja está diseminado entre encinas y alcornoques, lo que nos devuelve a los aromas mañaneros de los domingos.
Abrimos nuestras mochilas y nos merendamos las viandas correspondientes. Allí decidimos incorporar el tramo de la subida por El Vergel, pues estamos viendo que de los 51 kms. previstos se quedarán en 40 como mucho. La bajada hasta el puente de la Pared es vertiginosa y algunos bancos de arena son muy peligrosos, lo que nos hace extremar la precaución. Llego con Martillo Pilón al puente y esperamos a los rezagados, donde ya hay más de uno con problemillas, formando un grupo de cola, hasta alcanzar a los primeros que ya esperan como buenos pecadores a la sombra de la cruz, junto al cole: ¡arrepentíos los quiere Dios!
Enfilamos nuestras ruedas por el camino que sale junto al cruce de la carretera hacia Magacela, ahora en dirección al Vergel, donde hay tres o cuatro cuestas que exigen aún más de nuestro “aprieta dientes” y parriba. Entre olivares y resoplidos, nos plantamos en la cuesta del olivar o de Amalio, de nuevo reagrupados. La bajada de algo menos de un kilómetro, se tiene que hacer con ciertas reservas ante la gravilla que discurre en toda ella. Una vez hecho el descenso, nos faltan efectivos, así que decidimos pararnos. Sioux vuelve hacia atrás para ver qué es lo que ha sucedido y al cabo de un buen rato vuelve acompañado por Imedio y El Socorrío, quien había pinchado en la misma cuesta, por detrás, una figura femenina subida en una bicicleta con cestita casi les da alcance y nos tenemos que orillar para que pase como una centella: agur.
Algunos tréboles, pocos, nos esperaban para saber el motivo del retraso, y no hubo hoy líquido elemento con el que enjuagar el polvo del camino, así que cada trébol a su parcela y hasta la próxima.
Que las calores lleguen más allá del cuarenta de mayo o si no los vendedores de ventiladores tendrán que cerrar. Agur correliebres.
Hola. Yo fui uno de los nuevos que salió con vosotros, y la verdad es que me lo pasé genial. Se nota que hay muy buen ambiente en el grupo, y esto hace que disfrutar de la bici sea una experiencia aún mucho mejor. Gracias por vuestra acogida, y con vuestro permiso, creo que repetiré.(Iba con una Orbea Occam marrón).
ResponderEliminarUn saludo.
Bueno, pues nada, ánimo. Ahora por bici no voy a saber quién eres... ¿quizá por maillot?
ResponderEliminarEs el que se encuentra al lado de Indurain
ResponderEliminarHola Antonio!!! Soy Roberto (sobrino de María Barco). Me alegro que te lo pasases bien. Lástima que no saliese ese día. ¡Ya repetiremos! Espero!!!
ResponderEliminarHola Roberto!!. Por supuesto que repetiré, tenéis muy buen grupo. Ahora toca pensar si cambiar del todo de disciplina, jejeje.
EliminarUn saludo.