Fecha: 1 de abril de 2012
Distancia: 90 kms.
Ruta: II Clásica a Guadalupe
Seguro que Teddy Bautista y Ramoncín, se asomarán a la contracrónica, por no ser oficial, es de mercadillo. La verdadera crónica correrá a cargo de Induráin, a quien le cedí el testigo de la crónica oficial en el alto de Puertollano, cuando ya el riego sanguíneo había estrangulado una de las dos neuronas que me quedaban, pero como todavía guardo una, y estando ya en Guadalupe me pidieron que hiciera por lo menos alguna croniquilla, pues aquí estoy.
Me voy a ahorrar los adjetivos calificativos a esta jornada, pues no quiero ser repetitivo, quedando además indeleble en la memoria de los que participamos en la ruta, así que como diría aquel: “yo estuve allí”. De todas formas, creo que podríamos llamarla “El Día del Orgullo Trébol” y ya está.
Como el año pasado hicimos el recorrido, este año repetimos y eso que algunos juraron no volver a venir, pues allí estábamos y casi doblando en número de la edición anterior, como consecuencia de habernos gremlinizado en los últimos doce meses. Contábamos en esta ocasión con red, por si nos caíamos, era el coche apoyo-avituallador-fotógrafo-animador-portaequipajes-etcétera, conducido por mi amigo Pablo, conduciendo un coche cedido por Aluminios La Serena. En todo momento, muy atento, excepto en uno: como pensaba que lo nuestro era el paseo, se nos despistó y no llegó al avituallamiento de Madrigalejo (Km. 30), pero a partir de aquí no faltó a ninguna de nuestras paradas, incluida la última y la mejor: compartió mesa y mantel junto con su mujer, Sole, y el resto de seres trebolizados. Gracias y al año que viene, más.
Todavía no había amanecido y algunos parecían acudir a una marcha nocturna, El Coronel lucía un licornio en todo su esplendor y una gran mayoría andábamos enfundados en chubasquero paralluvias, dispuestos a afrontar una jornada épica. El día anterior, el eje de mi burra se había salido del cuadro, lo cual me hizo buscar una bici de emergencia, más bien un triciclo con cambios imposibles, sillín de sube y baja, pedales semiautomáticos independientes, frenos de los de antes, en fin todo lo habido y por haber para boicotearme, sin embargo le agradezco el préstamo a mi cuñao Diego de MTB Cruz del Río, quien el día anterior había participado en el Duatlon, junto a otros crusaítos que en esta segunda edición decidieron no venir. Lo peor del día, fue la avería antes de la partida de Lobosolitario, la misma que la mía del día anterior, ¡ya es casualidad!, pero en este caso sin posibilidad de enmendar el desastre.
El grupo iba formado por 25 bicicleteros, alguna nueva compañía, otras compañías recuperadas, destacando entre ellas dos: la del Colmenareño, que tiene especial querencia a nuestras rutas, viniendo desde los madriles y la de El Noi, quien desde Castelldefels, tiene marcada esta salida en su agenda como im-pres-cin-di-ble y aquí se reencuentra con su colega 16Válvulas, dándole cañita de la buena. Al resto, por no hacerme pesao, resultó placentero el pedaleo y la compañía, sin excepción. Como ya sabemos los primeros 56 kms. son de vía verde hasta Logrosán, los cuales se hacen a muy buen ritmo, sostenido, pero que va erosionando. Destacable fue, pasada la estación de Zorita, la zona de las mierdas, auténticas plastas vacunas y chotunas que diseminadas por el camino se convirtieron en algarabía. El campo de minas provocó que saltaran por los aires trozos de cacas que se adosaban en cualquier sitio: mochilas, maillots, manillares, guantes, caras,… la mía, una de considerables dimensiones se adosó como una caca-lapa en los bajos del cuadro de la bici, con el consiguiente peligro para mi integridad y la de quienes me acompañaban. Comencé a sudar al verla y como le dije al Sr. de los Anillos no sabía si cortar el cable rojo o el azul, todo por no provocar un holocausto. Aquel olor de “eau de cochon” había quedado en un juego de niños para este nuevo aroma que recorría el pelotón de cabeza a cola. Había sido digno de ver cómo saltaba la mierda, las bicis eran como motos acuáticas que despedían la materia orgánica sin respeto alguno hacia el personal. Se repartió más que la lotería del niño. ¡Cómo no enseñan a los pastores a llevar una bolsita para las deposiciones!, ¡Qué poco civismo! Luego, pasa lo que pasa.
Llegamos a Logrosán, donde nos esperaba el avituallamiento más largo y fuimos recibidos por Pablo ACr46, enfundado en su mono motero, quien nos deseó buen final de ruta y departió un ratito con los tréboles. Quedaban 30 kms., los más duros, unidos a las piernas ya dominadas por un ligero cansancio que habían perdido frescura. Camino de sube y baja hacia Cañamero, formamos un trío final entre Huan Solo, Juan Imedio y El Gurú, donde nos animábamos y lamentábamos, sobre todo yo, que cuando el terreno se empinaba el sillín se me bajaba y me parecía a aquellos osos de circo venidos del este que tienen como atracción a esos osos pardos subidos en bicicletas enanas. Subí las cuestas hasta la gasolinera de Cañamero con el plato mediano y a partir de aquí, cada vez que tenía que subir una, me tenía que bajar, coger la cadena y cambiar al plato chico, ¡viva la era tecnología!, acostumbrado como estoy a mandar un SMS y el satélite se encarga del resto, manda güe.
Ya en Cañamero-ciudad, nos enteramos que la Familia Trébol sale en esos momentos de Villanueva-ciudad. Bajamos por carretera, pero este año cogemos camino a derecha para ir a la ermita de Belén, todos vamos disfrutando con la compañía, la jornada y el paisaje, que a estas alturas es espectacular. Algunos me preguntan si hay que subir por un cortafuegos que se ve arriba, les digo que no, pero no se fían: es lo que tiene la primera vez, es más inocente todo. Terreno ondulado con repechos que vamos quemando poco a poco, cuando en uno de éstos, se me baja el sillín hasta la empuñadura, fue tal la violencia que la pierna se me agarrotó al pasar del estiramiento-encogimiento en 0,0000001 segundo. Me quedé agarrao a una alambrada para que el músculo se me destensara, vamos que podía repartir garrotazos con la pierna a diestro y siniestro. Allí nos quedamos a que se me pasara y continuar nuestra andadura, sobrepasando a El Coronel, Haykesperarle y Colmenareño que había pinchado, lo cuales nos sobrepasarían subiendo Puertollano. Coño, con Puertollano, nunca estuvo peor puesto un nombre.
En la cima, la grata sorpresa de Lobosolitario y familia, quienes habían decidido comer con el resto de la peña, tomando fotos de la subida al Aconcagua. Un túnel nuevo hay este año, que hace que pasemos por debajo del cruce de la carretera. Al otro lado, veo recortando en silueta a 16Válvulas y la sonrisa acude ahora a nuestras caras, pues sabemos que la Puebla está ahí al lado. El Presi, ya exultante, nos informa que le sigamos, que no le adelantemos hasta el camino del km. 69, creo que es un cachondo. En este tramo por carretera Huan Solo, se acalambra y le tenemos que esperar un poco, así que cuando nos desviamos al camino del viaducto, el autobús de la familia trébol pasa con su tronadora bocina: ya vaaaaaaaaaaaamos.
Aprovecho para cambiar impresiones con los compañeros y atravesamos el viaducto que nos conduce camino del monasterio, no sin antes un nuevo repecho cabroncete. Al final del mismo, nuevo pinchazo, aunque hoy creo que solo han sido tres en total, esperamos a la sombra para hacer la entrada triunfal y nunca mejor dicho: El Irrepetible, en su emoción de inmortalizar los últimos metros, se pega el ostiazo padre, a menos de 20 mts. de la fuente redentora. A partir de hoy, le podemos cambiar el apodo y pasar a llamarse el Besador (de suelos). Joé, Irrepetible, no sabías cómo darle emoción a la cosa.
Al pie de las escaleras, nuestras familias se acercan presurosas a besarnos y abrazarnos, parecemos astronautas descendidos del planeta Plutón. Mis tres princesas corren en busca del contracronista y lo mismo les sucede a mis compañeros, quienes son saludados por sus congéneres, congéneras y demás géneros-as. Fotos a la sombra del Monasterio y búsqueda del autobús para jugar al tetris: hay que dominar esta técnica para meter 20 burras en el maletero. De ahí, dirección a la ducha reparadora con agua caliente, donde alguno sale dando un paseo como un toro jabonero, o mejor dicho, toro jabonoso, ¡qué escándalo! en busca de su toalla.
Y a continuación, comida de confraternización para departir con todo el personal: unos cincuenta o más, ya. Se bebió, se cantó y en el viaje de vuelta, sobre todo se rió. Tal era la emoción que nos embargaba que cuando llegamos a Villanueva en el autobús, tocamos las palmas, como cuando un avión aterriza.
En fin, correliebres, jornada para recordar y haber disfrutado como lo hicimos los allí presentes. Al año que viene, amenazamos con repetir… pero lo dicho, al año que viene.
Saludos a los tréboles y acompañantes y a sus familias, que decidieron compartir un día bicicletero-bicicletero.
Escrito por: Gurú
¡ Qué bonito, duelo de cronistas ! Estoy recuperando la afición a la lectura gracias a los relatos de las aventuras de los tréboles. Al final de cada temporada habrá que realizar un libro recopilatorio con las peripecias mas reseñables o momentos más divertidos, material vamos a tener de sobra, después a por el premio Nadal, Planeta etc….
ResponderEliminar¡Qué buena la foto subido en mi triciclo! Las clavao, Lobosolitario, eres un hipermegacachondo. Ma gustao mucho y no te digo ná de la de 16Válvulas y El Noi, aunque me gusta más la mía.
ResponderEliminarEstupendo el vídeo de Martin Induráin Scorsese, cada vez mejor.
Por cierto la contracrónica no es contrarcronica.
Bueno, que me voy a seguir leyendo.