Fecha: 18 de diciembre de 2011
Distancia: 46 Kms.
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Crónica
Otro domingo esperado en nuestras vidas. Otro domingo más, aunque fuera para conocer los estragos causados en la ruta anterior en nuestras monturas. Además, se esperaba que ante la llamada de asistencia por ser la última ruta oficial nos reuniéramos un grupo elevado de tréboles pero, al final, conociendo las bajas temperaturas que iba a hacer, nos juntamos poco más de 12 o 14 tréboles (o trebolinos o treboleros).
Lugar de encuentro oficial. Hora, 9:00 de la mañana. Mientras dejamos pasar el tiempo de espera reglamentario uno puede comprobar que pocos días se pueden ver las bicis tan limpias, tan engrasadas y revisadas como este día (por sacar algo bueno de la ruta del “barrobotijo 2ª edición”).
Una vez compartidas las heridas de guerra emprendemos el camino hacia el paso entre AKI y Mercadona pasando esta vez bajo el paso a nivel, que al parecer está abierto para el paso de peatones. Esta vez empezamos el camino a la inversa de esta misma ruta que hicimos en septiembre. Primer destino Don Benito por el camino normal, pero esta vez se decide evitar el paso por las traseras del Hospital Comarcal porque se intuye que estaría embarrado. Esta norma la cumpliríamos a rajatabla a lo largo de toda la ruta (¿por qué será?).
Pasamos por el “gran charco” donde Teles se dio un baño hace un par de semanas, con ese arrojo que debe tener cualquier biker. Esta vez cruzamos todos el arroyito que se forma con las lluvias pisando en las piedras, llegando sin más a la rotonda de la “piedra suspendida en el chorro” de Don Benito. Allí nos cruzamos con otro grupo serón de tranquilos bikers donde se encontraba Juanjo, archiconodísimo profesor de instituto de Villanueva. Saludos y continuación, esta vez violando las leyes del tráfico y acortando por el camino más corto. En la rotonda de la carretera de Las Cruces otro grupo de bikers en espera. Por lo que se ve no somos los únicos locos en salir con este frío.
Camino paralelo a la carretera hasta enlazar con el camino que nos llevará a La Haba. “Ya nos hemos equivocado”. En efecto, teníamos que haber cogido el camino de la rotonda de la estación eléctrica. Recorrido de sube-baja, pero con bajadas más largas, sobre todo la última. A un par de tréboles se les ve con ganas puesto que se distancian por delante. Segundo agrupamiento y al parecer ya hay alguien al que le cuesta seguir el ritmo. El motivo, los resfriados que bajan las defensas y el estado físico de cualquiera.
Cruzamos La Haba para llegar a la finca El Montecito, pero en la primera bifurcación observamos que 2 de nosotros se quedan charlando con un grupo de “ruteros”, no sabemos de qué. Y como los Tréboles somos ante todo un Grupo, algunos se quedan a esperarlos, aunque “algunos” ante la presencia de un descenso, se quedan “sordos” y no resisten.
Cruzamos la valla y se empieza a escuchar un avance de los próximos artículos del blog: “ya estamos todos, podemos continuar”, “procedimiento de limpieza de orificios nasales en ruta”, “la escupí porque era mía”. Artículos que auguro una gran seguimiento y éxito debido a estar indentificados tanto en un lado o en el otro de la experiencia.
Doblamos por la carretera asfaltada de La Antigua dirección Magacela hasta el nuevo socabón La Haba-Quintana que están haciendo. Y comienza un suave ascenso a la falda de Magacela. Al llegar a la falda a espaldas del castillo primera pregunta sobre el resultado del Barça (jugando la final del Mundialito).
Enfrentamos la primera parte de la subida, que nos llevará hasta el parque de entrada al pueblo de Magacela, donde realizaremos el avituallamiento. Recordando tiempos pasados esperábamos que el Presi volviera a probar el estado de los aparatos de gimnasia existentes en el parque, pero esta vez fue Lobosolitario quién pasó la inspección.
Una vez cogido aire y fuerzas enfrentamos la subida a la Peña del Aguila, vereda estrecha y de empedrado afilado. Tan afilado que una de las cubiertas se raja y nos paramos a mitad de subida a repararla. Aquí es donde se puede comprobar la gran riqueza de saberes en la cultura castúa. Al ver la cubierta rajada no te generaba nada más que una idea: “peazo de vujero”, y eso que la cubierta era de las llamadas “de marca”. Y nos pusimos manos a la obra.
Para tapar provisionalmente el agujero es mejor poner un parche, y de los grandes mejor. Y como siempre es mejor trabajar en cadena, uno le daba el pegamento, otro sacaba el parche, otro le quitaba el plástico protector, otro lo ponía. Pero antes de ponerlo, pensar en el hecho de que había que esperar a que se secara era un tormento. Lobosolitario saltó al rescate: “con un mechero, prendes el adhesivo un momento, lo soplas fuerte y puedes pegar el parche”. Pero ¿de donde sacamos un mechero en medio del campo? No creo que ningún biker vaya a pararse a fumar a mitad del recorrido. Pero, cosas de la vida, entre el corralillo formado aparece una mano que ¡tenía un mechero! ¡Dios mío! Como nos coja el SEPRONA nos cruje.
Una vez arreglado el inconveniente, el Barça ya ganaba por 3-0 y seguimos pa’rriba. Y luego pa’bajo. Un camino muy empedrado que algunos quisieron evitar promoviendo el descenso campo a través de la arboleda, más empinada y poco menos empedrada. Descenso por el camino previsto. La segunda vez que lo realizaba y resultó más entretenida y sencilla. “Habían quitado piedras o es que antes lo realicé con la bici vieja sin suspensión”. Seguimos hasta la ‘cuesta de Amalio’ donde El Gurú decide acortar la ruta para llegar con tiempo para ver la segunda parte del partido de fútbol.
Los demás seguimos hasta La Haba. Y de La Haba hacia Villanueva donde un grupo se destaca y otro trasero donde el Sr. Presi iba abriendo el camino entre los cazadores y galgos con el claxon del “perrito rosa”, ¡y bien que se apartaban!, aunque el que mejor reconoció el sonido fue un niño de unos 6-7 años, por algo será.
Al llegar a Villanueva nos despedimos ¡hasta el año que viene!. Que mal suena, pero una verdad como un piano. Siempre nos quedará las quedadas “no oficiales” (¿o son quedadas “ilegales”?).
¡FELIZ NAVIDAD Y POROMPOMPERO AÑO NUEVO!
Nota: En esta crónica no ha sido dañado ni maltratado ningún charco de barro.
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