19 de agosto de 2014

Tintin: Nunca te perdonaremos lo poco que anduviste en bici

       Por casualidad me topé con este artículo en la web Gripp.cc (Gripp, bicis urbanas y complementos en Madrid), y como es verano y estamos sin cronista de guardia -se aceptan voluntarios-, pues he decidido ponerlo para ver la bici de forma diferente y de paso aunar dos de mis aficiones: Tintin y la bicicleta.
Saludos trebolianos

          Tintín hizo un millón de cosas pero apenas anduvo en bici. Viajó en todos los medios de transporte posibles, lo hizo hasta en los imposibles (el cohete lunar, por ejemplo), voló, navegó, condujo pero apenas pedaleó. Y cuando ocurrió lo hizo de forma breve. El asunto no deja de ser paradójico por un hecho muy concreto: su Bélgica natal es uno de los países del mundo con mayor tradición bicicletera, tanto a un nivel deportivo (el Tour de Flandes, con 100 años de edad, es una cita épica, vital, pétrea del calendario ciclista), como cotidiano: tiene 11 millones de habitantes y casi seis millones de bicicletas, una por cada dos belgas. Tal vez por eso, por su omnipresencia en la vida diaria, porque Hergé respiraba bicis a diario, los velocípedos no tuvieron cabida en unos álbumes en los que siempre se dio protagonismo a la vanguardia, la novedad científica y la actualidad del momento.





            Tintín pedaleó por vez primera en ‘El Loto Azul’ (la edición en color es de 1946), considerado el primer álbum adulto y redondo de la serie. Lo hizo a bordo de una bicicleta de carretera muy básica, de plato y piñón único, y freno contrapedal o, quién sabe, puede que fuera de piñón fijo. La máquina era muy básica y liviana, con un plato exageradamente grande y sin ni siquiera un transportín para que Milú se ahorrara una galopada. El tour bicicletero chino de Tintín acaba mal, un poco mal, y pronto: apenas dura cuatro viñetas y termina estrellándose contra un camión. La hermana más parecida que tenemos en Gripp del modelo chino que monta el reportero del flequillo modelo sería la Pepita Chalky, de plato y piñón únicos, con buje flipflop (para llevarlo fijo o suelto), equipación minimal y línea clásica.




Pasaron varios años, demasiados, casi veinte, hasta que volvimos a ver a Tintín montado en una bicicleta. Fue en ‘Las Joyas de la Castafiore’, historia editada en álbum en 1963 y en la que Tintín cabalga precipitadamente sobre dos ruedas, también con prisas, aunque en esta ocasión nadie le persiguiera. En ‘Las Joyas’ Tintín vuelve a ser fiel a las bicis de una única marcha (aunque cabe la posibilidad de que tuviera un buje con cambio interno) y luce flamantes manetas de freno. Frente a la bici deportiva de ‘El Loto Azul’, aquí opta por un modelo más holandés, uno de línea urbana y clasicota, ideal para las cómodas carreteritas departamentales francesas, equipado con guardabarros, parrilla trasera y un pequeño cesto en el que viaja Milú. La Peugeot Urban Tradition que tenemos en Gripp es, salvo en el detalle de la cesta trasera, el calco ideal: una bici muy gala, muy urbana, algo campestre y muy ideal para ir a comprar la baguette de pan a la ‘boulangerie- pâtisserie’ del pueblo de al lado.




               En ese mismo álbum, las bicis tienen varios segundos más de gloria a cargo de uno de los personajes secundarios. Ocurre cuando el señor Wagner, pianista de la excelentísima Castafiore, abandona Moulinsart a bordo de otra bicicleta de tradición europea y norteña: cuadro masculino de barra horizontal, liviana de complementos (no tiene ni parrilla trasera), y manillar de paseo inglés. La Coluer Vintage 700C, de fabricación portuguesa, sigue fielmente los cánones de las bicis del Viejo Continente y sería la hermana grippera de la bici de Wagner: barra horizontal, vestida en elegante y discreto negro brillo, amplias ruedas de 700, perfecta como instrumento de batalla diario.

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