15 de abril de 2014

La Apoteosis Treboliana


Ruta: IV Clásica Villanueva de la Serena-Guadalupe
Distancia: 90 kms.
Fecha: 13 de abril de 2014 
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Crónica 
Sin lugar a dudas, la clásica a Guadalupe es la ruta reina del calendario treboliano y este año se ha convertido en la apoteosis de la peña, con ese gran recibimiento del que fuimos objeto en la entrada triunfal a la puebla.
Gracias a nuestros porteadores-guías- apoyo y reporteros
Por supuesto quedar a las 7:30 de la mañana es salir 20 minutos después. Ya estaban algunos tréboles cuando llegué y allí se presentó Induráin & mujer para acompañarnos como apoyo en los puntos señalados. Desde aquí agradecer en todo momento su diligencia y ánimo para los penalistas.

Por hacer un caballito para esta foto (que no salió) a Lobo le dio un papá-tirón del que se acordaría durante toda la ruta (llevo cojo tres días)
Antes de emprender el inicio, pasamos lista y vimos que faltaba Couto, así que lo llamamos y ¡coño! Contestó al Presi desde cuatro metros más adelante, no lo habíamos visto. Hoy será bautizado con el nombre del Quintocouto. Haykesperarle, que era el otro que nos faltaba, salía desde Don Benito y ya nos daría alcance. Al final 23 tréboles en busca de Las Villuercas.

Algunos pasaron
A primera hora de la mañana hacía un frío que pelaba, Cálaman iba más arrecío que un perro chico y el Señor de los Anillos, ya lucía manga y culotte corto y eso que no es de Bilbao, pero casi. El buen ritmo de estos primeros kilómetros hace que nos presentemos en Madrigalejo a eso de las nueve y media, con un tercio (30 kms.) del camino hecho. La vía verde, hay que decirlo y denunciarlo está hecha una pena, abandonada en algún tramo donde tuvimos que desviarnos y a Haykesperarle, esa incidencia le provocó un despiste que le hizo dirigirse hacia Málaga y cuando vio el mar dijo: creo que me he confundío y tuvo que preguntar por dónde carajo quedaba Madrigalejo. Rápida comida con muchas viandas y líquidos (un diez al apoyo y a la intendencia, ¡cómo os lo curráis!).

Otros no (o... ¿querían salir en el blog?...)
De nuevo salida y un grupillo de ciclistas de ambos sexos, nos miraban entre curiosos y admirados con el ritmo que marcábamos y eso que ellos darían la vuelta en Logrosán según nos dijeron.

Precisamente es ahí donde acaba la vía verde y donde hacemos la parada más larga, una vez superado los dos tercios del total (60 kms.). Poco antes, Agapornis y su búsqueda del puente casi le cuesta un disgusto, pues se comió uno de los palos que acotan la vía verde. Parada de nuevo para reponer fuerzas, estiramiento de miembros inferiores y lo más duro es lo que queda. ¿Habrá tirones, caídas y demás imprevistos? Sin duda alguna, es lo más bonito del camino con un paisaje que corta la respiración.

Subiendo a la nueva variante ofrecida por Telesforo
Iniciamos así los desnivelados caminos hacia el monasterio, con pendientes de bajada del 9% hasta llegar a la cuesta de Cañamero que te da la puntillita y cuando llegas arriba padeces mal de altura, pues los pulmones no se oxigenan como debieran y el riego hace que salgan sonidos inconexos y movimientos ralentizados como en la moviola. Nueva parada y me vuelvo a tomar no sé si la tercera o cuarta Coca Cola, ya he perdío la cuenta. Bajada por una vereda estrechita entre vegetación exuberante y de nuevo subida y subida por caminos y calles de Cañamero hasta llegar a la fuente donde teóricamente nos íbamos a hacer la foto de grupo. Como el lugarejo era tan estrecho decidimos no inmortalizarnos.


La mejor vista de todo el viaje sin duda
Martillo Pilón se pone al frente del grupo, pues nos va a enseñar una pequeña variante del recorrido. Lo que antes bajábamos por carretera ahora se convierte en subida por caminos. El pelotón empieza a despotricar sobre nuestro guía y tres o cuatro generaciones a la suya son recordadas por más de un miembro treboliano. La cosa cambia cuando comenzamos a bajar, unas bajadas empinadiiiiiiiiiiiiiiiiiiisimas y espectaculares y unos paisajes dignos del paraíso terrenal. Al final, Lobosolitario revienta la rueda y tenemos que parar para arreglar la avería. Tardamos un ratillo y sobre todo porque Lobo no encontraba sus guantes. Después de marear al personal durante 10 minutos, echó mano a su bolsillo trasero y allí estaban.

¡Ya estamos arriba!... ahora a bajarlo
Nos dirijimos a la ermita de Belén y comenzamos un tramo exigente de subidas y bajadas con un firme difícil para el agarre. Allí me recordó Juan Imedio el tirón que me dio en la pierna hace un par de años y que tuve que bajar el gemelo a base de contorsiones. Llegamos así a la Madre de Todas las Cuestas, aunque hay que decir que está mucho mejor que hace unos años. Una gran parte la subió encima de la bici y otra parte la completamos a cachos y a ratos, sobre todo el tramo final, pues nuestros aficionados ya nos esperaban con el autobús en el alto de Puertollano (800 metros). Fue el primer recibimiento triunfal. En lo alto volvemos a repostar a sabiendas que los últimos diez kilómetros eran pan comido. En la bajada el grupo se estira y Lobo y Gurú, creo que fuimos los únicos que vimos el cuerpo de un ciervo muerto en la cuneta de la carretera.

Calzada en zigzag con un 26% de pendiente, saltos, badenes...
Dejamos la carretera y cogemos el camino que sale por la izquierda para pasar por encima del viaducto. Nos queda la última cuesta. Algunos deciden bajarse y no forzar más y otros, apretamos el culo y los dientes para con las pocas fuerzas que nos quedaban alcanzar el lugar del reagrupamiento.

¡Así quedo la rueda de Lobo tras explotar! (eso por kamikaze)
Momento final que supuso la necesidad de desahogarse a Lamerquel y buscó la complicidad de la vegetación tupida para soltar lo que le sobraba. Mientras le esperábamos un curioso personaje se presentó. Era de San Petersburgo y venía andando desde Lisboa. Llamamos a Jamilton para que tradujera y le indicara el camino hacia Madrid. Jamilton sabe inglés, lo que no sabía era indicarle el camino hacia la capital.

El lo alto de la Cuesta de Puertollano nos esperaban los fans
Todas juntas salimos en busca de la plaza y ya a lo lejos familiares y amigos, junto a la fuente nos esperaban recibiéndonos con el grito de “Ese Trébol cómo mola, se merece una ola”, terminando con una ovación final a la que se uniría la gran congregación de clientes que a esas horas disfrutaba de las tan ansiadas cervecitas. Espectacular. Fotos para inmortalizar la llegada y subida de bicis al furgón.

Foto una vez arriba de la peor de las cuestas del trayecto (Lobo arreglando de nuevo la bici)
Cervecita a cuenta de la peña y ducha reparadora en el lugar de la comida. Sin duda en este asunto se ha mejorado un montón. Comida chapeau, regao con buen vino y buen ambiente. Sin duda esta ruta es la Apoteosis Treboliana. Ha sido un placer y hasta el año que viene.

El Presi tras la captura. ¡Cuidado que muerde!
Agur correliebres y que los gazapillos del campo no os chillen como le chillaron al Presi.

Escrito por: Gurú.

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4 comentarios:

  1. Os puedo asegurar que hacía muuuuucho tiempo que no lo pasaba tan jodidamente mal en una ruta. Reventé la rueda trasera y casi me caigo en la bajada más peligrosa, me quedé colgado al pinchar la delantera justo antes de la rampa más fuerte, me dio un tirón como nunca me ha dado y aún cojeo tres días más tarde... ¡hasta se me olvido la toalla para la ducha!... pero aún así, el buen sabor de boca que me dejan este tipo de rutas hacen que todo esto se olvide y que los recuerdos de estas experiencias DESINTOXIQUEN el monótono día a día en el trabajo. ¡Sois los mejores!

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  2. De acuerdo con Roberto, un día fantastico, el recorrido bien mejorado,el restaurante estupendo, y lo mejor la compania.

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  3. Buenisimas las fotos Carlos, especialmente las de la cima de Puertollano viendose el letrero del 20%.

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  4. Agradeceros a todos, organizadores, compañeros y familiares un día inolvidable. Nos vemos en la proxima correliebres. ¡¡¡HALA MADRID!!!

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